Desde que Gregory Maguire publicó Wicked: Memorias de una bruja mala en 1995, la historia de Elphaba, la futura Bruja Mala del Oeste, ha capturado la imaginación de lectores y espectadores. Lo que comenzó como un cuento alternativo dentro del universo de El Mago de Oz se convirtió en una obra de gran profundidad, capaz de explorar temas tan complejos como la discriminación, la manipulación política y los prejuicios sociales, todo bajo el velo de un relato fantástico. La versión musical, estrenada en Broadway en 2003, amplió esta experiencia, combinando números inolvidables, un diseño escénico impresionante y un reparto capaz de transmitir emociones universales.
Una de las temáticas centrales de Wicked es el racismo y la marginación. Elphaba, con su piel verde, se convierte en un símbolo de lo diferente y de lo rechazado por la sociedad de Oz. La historia no evita mostrar cómo los prejuicios pueden ser utilizados por quienes detentan el poder para dividir y controlar a la población. En este sentido, la obra conecta con problemáticas muy actuales: la discriminación racial, la manipulación mediática y la construcción de enemigos imaginarios para mantener la autoridad. Maguire construyó un relato donde la injusticia no es solo personal, sino estructural, y donde la percepción de “bien” y “mal” se mezcla con intereses políticos y sociales.
El musical añade una dimensión emocional y sensorial que potencia estos temas. Canciones como “Defying Gravity” o “No One Mourns the Wicked” no solo sirven para mostrar el talento del reparto, sino para enfatizar los conflictos internos de los personajes y la injusticia que enfrentan. La complicidad entre las actrices que interpretan a Elphaba y Glinda, Cynthia Erivo y Ariana Grande —junto con los actores que dan vida a los personajes secundarios— crea una química que hace que cada enfrentamiento, cada reconciliación y cada momento de amistad resuene más allá del escenario. El público siente tanto el peso de la discriminación como la esperanza de superarla.
Otro aspecto relevante es la manipulación política dentro de la historia. El líder de Oz utiliza el miedo, la propaganda y la presión social para moldear la percepción pública, construyendo una narrativa en la que los héroes y villanos no son lo que parecen. Esta dimensión convierte a Wicked en un relato más maduro de lo que parece a simple vista, y muestra cómo los cuentos infantiles pueden transformarse en herramientas para reflexionar sobre poder, ética y moralidad.
El impacto de Wicked en el mundo musical ha sido enorme. No sólo revitalizó el interés por los musicales de gran formato, sino que también elevó el estándar del espectáculo escénico, con producciones que hoy se representan en todo el mundo y que han inspirado nuevas generaciones de artistas, coreógrafos y compositores. La combinación de narrativa profunda, mensajes sociales y brillantez escénica convierte a Wicked en un referente imprescindible dentro del teatro contemporáneo.
En este episodio de Solas en casa, Alba Pino y Lidia Fernández Galiana analizarán la primera película de la saga Wicked: desde su trasfondo social hasta la excelencia del reparto y la música, pasando por la manera en que la obra aborda el racismo, la política y la construcción de héroes y villanos.