La línea C-1 de Cercanías sigue el cauce del Nervión desde Bilbao hasta Santurtzi, atravesando algunos de los núcleos urbanos más densos de Bizkaia. En apenas media hora, el tren conecta tres municipios con identidad propia, unidos por la ría, la historia obrera y una transformación que aún se está escribiendo. El trayecto ofrece una manera directa y sencilla de conocer este territorio: sin coche, sin peajes y con una perspectiva cercana a la vida cotidiana de sus habitantes.
La capital vizcaína es un buen punto de partida para este recorrido. Desde su estación central de Cercanías se puede acceder a pie al Casco Viejo, al entorno de Abandoibarra o a los puentes que atraviesan la ría. El Guggenheim, el Mercado de la Ribera o el puente Zubizuri forman parte de un paisaje urbano donde conviven lo histórico y lo contemporáneo.
La ciudad ha hecho de su ría un espacio central de actividad y paseo. Lo que antes fue zona portuaria e industrial es hoy un corredor de cultura, deporte y encuentro. La transformación de Bilbao no ha borrado su pasado, pero lo ha integrado en una nueva manera de habitar el centro metropolitano.
La siguiente parada permite conocer uno de los iconos de la ingeniería vasca: el Puente Bizkaia. Construido en el siglo XIX para unir las dos orillas de la ría sin interferir en el tránsito marítimo, sigue en funcionamiento con su característica barquilla suspendida. Declarado Patrimonio Mundial, es también un punto de observación del entorno urbano y del paisaje fluvial.
Portugalete mantiene un centro urbano compacto, con calles estrechas, casas señoriales y una relación constante con la ría. Su historia está ligada al comercio, a la navegación y a la actividad portuaria. Hoy, es también una ciudad residencial bien comunicada que conserva parte de su trazado histórico y de su carácter popular.
El último tramo de este recorrido conduce a Santurtzi, municipio que conserva una relación directa con el mar. Aunque su puerto ha crecido con la actividad industrial y logística, la zona pesquera sigue siendo una referencia local, junto con la cofradía, el Museo del Mar y el paseo junto a la ría.
Santurtzi ofrece también vistas abiertas desde el monte Serantes y acceso a rutas costeras para quienes buscan combinar el transporte ferroviario con actividades al aire libre. Su gastronomía, vinculada al pescado fresco, y su calendario festivo completan una visita que no depende de la estacionalidad.
La línea C-1 es, ante todo, una infraestructura cotidiana. Pero permite también una lectura territorial e histórica: desde el Bilbao fabril al puerto exterior, pasando por las viviendas obreras, los puentes y los espacios intermedios donde la actividad industrial dejó su huella. El tren ofrece una forma de moverse que permite observar y detenerse. Una geografía próxima que, a veces, se descubre mejor desde la ventanilla.