Alude el autor a que “es bajo esta luz [de rayos y truenos] como debemos ver las actividades público/privadas del juez Dívar con cargo al presupuesto del Tribunal. Si en realidad somos un país solar con propensión a la parranda, no estaría mal que el Tribunal Supremo se traslade a Marbella, eso sí, con guardaespaldas”.

“Durante el día -elucubra Boris- un poquito de leyes y papeleos. En la tarde solecito y pescaíto frío, y en la noche, ¡ay, en la noche…una rebequita para cubrir las espaldas. A Dívar que son dos días”. Dívar, pues, visto por Boris Izaguirre, quien omite, sin embargo, que, además de ser juez del Supremo, es el presidente del Tribunal Supremo y presidente asimismo del Consejo General del Poder Judicial. En fin…una rebequita.