Pedro Sánchez se ha reunido este martes con Angela Merkel para valorar el resultado de las elecciones europeos y el devenir de las alianzas en la Eurocámara. A su salida, el presidente del Gobierno ha contestado a las preguntas de la prensa y ha incidido en la idea de que el resto de partidos “deben reconsiderar su estrategia”.

Más allá de pedir que finalicen los cordones sanitarios a Ciudadanos, abogando abiertamente por volver a la senda del diálogo que permita al PSOE gobernar regiones como Madrid, Castilla y León, Murcia o Aragón, además de capitales provinciales y un sinfín de grandes municipios, ha tenido tiempo para valorar cómo se están sucediendo las conversaciones relativas a la conformación del Ejecutivo nacional.

Podemos es uno de los agentes más proclives a facilitar la investidura de Sánchez. Sin embargo, el poder de los morados no deja de decrecer, los resultados del pasado domingo caen como una losa para los de Iglesias y todo se tiene en cuenta de cara a la conformación del nuevo Gobierno. He ahí la cuestión: el PSOE pide que se abandone la idea de un gobierno en coalición y se apueste por la fórmula portuguesa. Mientras tanto, el núcleo fuerte de Unidas Podemos insiste en la idea de estar representados en función de los votos obtenidos por cada uno de los agentes necesarios para que un mandato de izquierdas fructifique.

Tras la buena sintonía mostrada tras la primera reunión poselectoral en La Moncloa, Sánchez parece haber endurecido su mensaje. Ferraz es consciente de que las elecciones del 26 de mayo han supuesto un revés para Podemos, y no ha dudado en pedir a sus previsibles socios que moderen sus peticiones: “Todos debemos reconsiderar nuestra posición después del 26 de mayo. Lo importante es la estabilidad. Nosotros queremos un gobierno en solitario, abierto y progresista. Es importante no mirar el carné político y sí las cuestiones que tenemos en común. Los ciudadanos, después de estas elecciones, han validado esta opción”.

La opción de incluir independientes de prestigio, sin embargo, no ha sido desechada por el líder socialista. Así las cosas, la estrategia de sendas formaciones queda clara y las conversaciones empiezan a espesarse a medida que los intereses particulares de cada una de las fuerzas se imponen a los objetivos compartidos de los votantes que ansían el entendimiento.