“El resultado es negativo, pero es suficiente”. 42 escaños de Unidas Podemos que se recibieron de forma agridulce. Está claro que la pérdida de sillones en el hemiciclo supone un revés para los intereses particulares de los morados, pero la suma con PSOE y la capacidad de negociación con fuerzas como PNV, Compromís o PRC (contando con la abstención de ERC) facilita la formación de un Ejecutivo de izquierdas que sea capaz de impulsar proyectos de forma conjunta.

La autocrítica en Podemos se hace a medias. Es cierto que hicieron una buena campaña, que Iglesias salió reforzado de los debates y que consiguieron no descolgarse de la mesa de negociación. Ahora bien, hacer autocrítica se prevé clave para recomponerse. Iglesias dirige un buque relativamente nuevo, golpeado por los poderes fácticos y tocado por la varita del odio de los poderosos. Sin embargo, más allá del idealismo revolucionario de cada uno de los efusivos mensajes lanzados por el cabeza de cartel, rodeado de puños en alto y rostros emocionados de su escolta particular, los años han pesado en una estructura que vino a asaltar los cielos y ahora se conforma con trazar un plan pragmático que le permita tener voz en la toma de decisiones.

Este lunes se ha celebrado la reunión del Consejo Ciudadano Estatal de la formación. Lo que se preveía como un encuentro tranquilo, únicamente marcado por la debacle electoral del pasado 28 de abril, ha tornado en una nueva prueba de fuego de puertas para adentro. Desde Andalucía, Teresa Rodríguez ha criticado a la cúpula central. El pacto en coalición con el PSOE que se reafirma en pedir Iglesias no es bien visto por la rama andalucista. Ellos prefieren un pacto “a la portuguesa”, manteniendo su posición individual y alejada de otros partidos y uniendo fuerzas en cuestiones programáticas y eventuales.

Un nuevo cisma que se abre paso de la mano de uno de los sectores más críticos. Sin embargo, el número uno de Unidas Podemos ha dejado clara su posición: “Tenemos que inaugurar una nueva época de colaboración y confianza que los electores nos están pidiendo. Es una obligación colaborar desde la negociación y la diferencia. Es lo que toca en España. Hay que dejar de lado la arrogancia".

Un argumento remarcado en más de una ocasión dirigido a varios flancos: a las élites que piden que su partido no entre en el Gobierno (CEOE, Ana Patricia Botín, oligopolios eléctricos…), a los socialistas que llevan como hoja de ruta legislar en solitario y a los vientos del sur que han golpeado, nuevamente, los intereses de la cúpula.

"Si no se pudieran cambiar las cosas, ¿por qué los principales bancos y la CEOE no quieren a Unidas Podemos en el Gobierno? Tal vez, desde un puesto modesto, podemos hacer cosas y poner límites a las élites. Es raro que el Banco Internacional y la banca española, sin presentarse a las elecciones, digan qué gobierno prefieren", ha remarcado el líder morado, volviendo a poner sobre la palestra la persecución de las cloacas sufrida por el seno de la formación.

Una jornada para imponerse a los críticos. Errejón abrió la caja de pandora evidenciando el descalabro interno. Sin embargo, las balas no han cesado y Podemos se atrinchera en el pensamiento de sus hombres fuertes. Teresa Rodríguez, mientras tanto, pospone la decisión: “Preguntemos a la militancia”.