Fraga había comenzado su carrera política en 1951. Una carrera basada en su inteligencia y su capacidad de adaptación a los tiempos. Durante el tardofranquismo ocupó diversos puestos hasta convertirse en el más famoso ministro de Información y Turismo. El decretó la llamada ‘ley Fraga’ de periodismo, que entonces se vio como un avance y el primer signo de un periodo de apertura.

Aunque nunca perdió su perfil autoritario, no es menos cierto que supo ver la inevitabilidad del ingreso de España en el mundo de las democracias occidentales y en los estertores del franquismo se convirtió en un impulsor del cambio del Régimen dictatorial, si bien desde dentro de éste. En aquella época fue embajador en Londres. Cargo desde el que comenzó a preparar el desembarco de los franquistas moderados en el nuevo tiempo que se veía llegar.

Tras la muerte de Franco, consagrado como una figura inevitable del mundo político, participó como vicepresidente en el primer gobierno del Rey, bajo la presidencia de Arias Navarro. Su gran desilusión llegó poco después, cuando, tras la dimisión de Arias, se encontró con que el Rey no le confiaba el timón para dirigir la transición, y ponía por delante de él a Adolfo Suárez, un personaje por el que nunca sintió simpatía alguna y que le robó el lugar que Fraga pudo pensar que le correspondía en la historia.

Con Suárez y su creación política, UCD, ocupando la derecha más centrada, Fraga, junto a otros ministros del tardofranquismo, se vio condenado a ocupar la derecha más dura dentro del arco democrático. Un experimento que acabaría concretándose en el nacimiento de Alianza Popular, el germen del que nacería con posterioridad, y bajo el impulso de Fraga y la aparición de José María Aznar, el Partido Popular.

En 1976 Manuel Fraga fue ponente de la Constitución, aunque luego algunos miembros de su partido votaron en contra y otros se abstuvieron. Tras la toma del poder de la derecha por la nueva generación de políticos, Manuel Fraga aceptó el papel de presidente honorífico del PP y ‘se retiró’ a presidirla Xunta de Galicia, cargo en el que fue elegido por sus paisanos ininterrumpidamente desde 1990 hasta el 2005.

Había seguido en política, de manera más o menos activa, hasta el pasado mes de noviembre, ya que ocupaba el cargo de senador, por designación del Parlamento gallego.

El empeoramiento físico de Manuel Fraga se había acelerado desde que el pasado mes de abril tuvo que ser sometido a una operación de cadera, como consecuencia de una caída doméstica. En los últimos meses ya se desplazaba tan sólo en silla de ruedas. Según ha comunicado la familia, su defunción se ha producido a causa de una parada cardiaca, al no recuperarse de una afección respiratoria que venía arrastrando desde las últimas semanas.