La Agenda Social que ha caracterizado a los gobiernos socialistas en España y en Europa se empieza a vislumbrar en la estrategia del Partido Socialista tras la moción de censura. No sólo se pretende demostrar que un Gobierno bajo la Presidencia de Sánchez será menos corrupto que el de Rajoy, sino de trabajar con una mirada atenta hacia las desigualdades dentro y fuera de nuestras fronteras.

El Alto Comisionado de Lucha contra la pobreza infantil, dependerá del Ministerio de la Presidencia, como en la actualidad dependen instituciones tan relevantes e históricas como el CNI o el CIS, todo apunta que la mujer que estará al frente de esta cartera será la socialista Carmen Calvo.

La pobreza infantil en España se ha disparado durante los años de la crisis, los diferentes gobiernos socialistas tanto autonómicos como municipales, alertaron de esta desigualdad creciente en las familias y pusieron en marcha todas las medidas que encontraron a su alcance, como la gratuidad de material escolar o las comidas extraescolares, llegando incluso a aumentar las calorías en la comida escolar para intentar compensar la falta de nutrientes en las propias casas.

Tradicionalmente, en un país que al calor del ladrillo se creyó de clase media-alta, la pobreza infantil se relacionaba en el imaginario colectivo con las minorías étnicas y con la inmigración.

Pero los datos desmienten cualquier signo xenófobo que excuse la dramática situación, con un 30% de los niños en la pobreza, y por debajo incluso de ese umbral encontramos a un 22% (la población gitana, diana de estas especulaciones, no supone en su conjunto ni el 3% de la población que reside en nuestro país), estamos a la cola de Europa en tanto la calidad y oportunidades que brindamos a la población más vulnerable, solo estamos un poco mejor que Rumanía.

En meses con los pensionistas en la calle, el sociólogo Pau Marí-Klose demuestra que los menores de 18 años viven situaciones de riesgo y exclusión muy por encima del que protagoniza la población mayor de 65 años, análisis que comparte con el también sociólogo Julio Carabaña Morales, y el seguimiento continúo a la precarización del empleo joven desde la Reforma Laboral de 2012 lo contrasta día a día.

Es de extrema preocupación observar la pobreza infantil junto con una población envejecida, no hay sistema social que se sostenga con estos ingresos. Si los menores de 18 en la actualidad no tienen garantizado un empleo de calidad en un futuro, simplemente no habrá pensiones de calidad en el futuro. Ni una educación pública, ni una sanidad pública.

Las hijas e hijos pobres no han hecho nada para vivir estas situaciones de miseria, tan solo nacer en hogares pobres, en hogares que a pesar de contar con incluso progenitores con títulos universitarios disfrutan de ingresos bajos e intermitentes.

Los niños pobres de hoy formarán las estadísticas de exclusión, marginalidad y delincuencia de mañana. La derecha siempre ha pretendido solucionar con el Código Penal en la mano las desigualdades, por lo que hasta que no cometen delitos, la pobreza no es un problema para quienes viven en urbanizaciones cerradas y matriculan a sus hijos en clubs de hípica bilingües.

No debe sorprenderos tener a menores en riesgo de exclusión cuando la población española en edad fértil sufre un 50% de desempleo, y el que está empleado en un 90% de los casos tiene un oficio por debajo de su formación académica.

De padres y madres precarias no se puede esperar más que hijas e hijos pobres.

De una sociedad que desincentiva que la mujer se incorpore al mercado laboral, que sigue anclada a la jornada de 40 horas cada vez más inexistente y peor pagada, y con una brecha salariar de género que no ha hecho más que aumentar en los últimos años de gobierno del Partido Popular, no podemos obtener más que mujeres pobres, mujeres dependientes, mujeres que cuando se convierten en madres pueden ver reducida a la mitad sus posibilidades de entrar o reincorporarse al mercado laboral.

En un país donde el 50% de la población, las mujeres, cobran mucho menos que la otra mitad, los hombres, y sufren en mayor medida el desempleo, debemos de dejar de creernos acomodados y de filtros cálidos para las fotos.

En los años de la crisis, y en algún curso que quedará por venir, hemos visto no sólo como el gasto energético ha puesto en jaque a las familias, sino incluso a colegios, colegios públicos a los que acuden los futuros profesionales de nuestro país, sin calefacción. ¿Qué esperan que demuestre académicamente la niña que pasa frío en casa, acude al colegio sin desayunar, y se siente en un aula fría?

La pobreza infantil está creando una generación de supervivientes a la crisis, niñas y niños que a pesar de andar varios kilómetros hasta el colegio porque ha desaparecido el servicio de autobús, a pesar de permanecer en ayunas hasta el comedor escolar, de pasar frío y de compartir libros de texto, de vivir un desahucio,  van a dar una lección de superación a todos aquellos que con sus políticas de recortes le ha condenado a un futuro aún más precario que el presente de sus padres. Darán una lección a todos aquellos que les condenaron a estudiar en un aula prefabricada mientras se construían colegios privados en suelo público.

Pero no tenemos suficiente con estos pequeños héroes, necesitamos que este 30% de niños pobres salga de esa situación exclusión, que tengan acceso a una educación de calidad con el estómago lleno, que tengan acceso a la actividad cultural, al deporte, a las tecnologías de la información y a los recursos digitales.

Sin garantizar empleos de calidad a los padres, pero sobre todo a las madres del futuro profesional de España, de Europa, y sin garantizar plenamente la igualdad de oportunidades educativas, perderemos a la innovación científica, investigadora, humanística y social. Perderemos a los cotizantes del Estado del Bienestar del futuro, por lo que es de vital importancia poner en marcha un plan de rescate para la infancia.

Aida dos Santos es politóloga por la Universidad Complutense de Madrid