La respuesta no ha cogido por sorpresa a nadie. Ernest Maragall sólo se encuentra a gusto en el PSC cuando es él el que impone la pauta. Lo demostró siendo conseller de Educación en el gobierno Montilla o cuando era el brazo ejecutor en el gobierno de Pasqual Maragall. En esos dos momentos, las discrepancias no eran bien vistas por el ahora díscolo diputado Maragall. Por ejemplo, en la negociación del Estatut que llevó a su aprobación por el Parlament. Muchos protestaron por el texto y por la forma de llevar las negociaciones. La disciplina se impuso, entre otros por el propio Maragall. No hubo ni un voto discrepante en las filas socialistas. Tampoco los hubo en la votación sobre la Ley de Educación que provocó fuertes debates internos. Al final, también se impuso la disciplina.

Trasquilado del último congreso
Sin embargo, el diputado Maragall salió trasquilado del último congreso del PSC. Sus propuestas no fueron aceptadas y su candidato, el alcalde de Lleida Àngel Ros, ni tan siquiera se presentó a las votaciones que ganó Pere Navarro. Los números no salían y prefirieron salir indemnes del congreso sin perder la "gran votación". Ante la falta de apoyos, el ahora rebelde Maragall aprovecha su tirón mediático y su acta de diputado para manifestar discrepancias y presentarse como víctima ante “el aparato” del partido y así presenta su rabieta personal bajo un epígrafe reivindicativo: Discrepancia o libertad.

Disfraza el transfuguismo
Sin embargo, Ernest Maragall oculta la mayor. No es un díscolo, ni un rebelde. Simplemente es un tránsfuga que está preparando su salida del PSC revistiéndose como una víctima del catalanismo del jacobino españolismo a ultranza que impone la dirección socialista. De esta forma, Maragall intenta disfrazar su traición. Ya se sabe, si rompes la disciplina de voto "por Cataluña" parece que seas menos tránsfuga, pero aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Hace unas semanas ELPLURAL.COM adelantaba que el actual conseller de Cultura del gobierno de CiU, el otrora socialista Ferran Mascarell, está intentando tejer las complicidades necesarias para construir un partido socialdemócrata en Cataluña al margen del PSC. Este partido tendría los parabienes de Artur Mas interesado en aprovecharse de la crisis de los socialistas catalanes. Su objetivo, alcanzar un número de diputados suficiente que les permitiera ser socios de preferencia del partido mayoritario de Cataluña, los nacionalistas de CiU.

Camino con Mascarell con visos de converger
En este proyecto, Mascarell y Maragall van por caminos diferentes pero con visos de converger. El ya traidor Maragall ha constituido una plataforma en la que no oculta su intención de constituir un partido al margen del PSC y para ello está buscando alianzas en el territorio, a veces de la mano de Mascarell. A tenor de cómo van estos contactos, los resultados no son demasiado halagüeños. Por esto, Maragall ha tirado de medios de comunicación que engrandecen la discrepancia intentando aparecer como la gran víctima cuando no deja de ser un tránsfuga más. El diputado Maragall tiene prisa. Sus días en el PSC están contados y contados están sus días en la política si no consigue repetir como diputado. La posibilidad de una convocatoria electoral anticipada, que está en todos los comentarios, le obliga a tensar la cuerda. Necesita garantizar su futuro –al igual que Mascarell que es conseller por la gracia de Mas, y por la misma gracia puede dejar de serlo- formando un nuevo partido que tenga tiempo de acuñar una marca y presentarse a las próximas elecciones catalanas, seguramente anticipadas. No hace falta mucho. Sólo un grupo de comunicación que le de el apoyo mediático suficiente para aparecer como la gran esperanza socialista y catalana, eso sí.

Algunos apoyos
El díscolo Maragall ha contado con apoyos en el seno del partido. El alcalde de Lleida, Ángel Ros, y las diputadas y exconselleras, Marina Geli y Montserrat Tura. Todos enfrentados con la actual dirección y todos con un denominador común: son los grandes perdedores del último congreso. Entre estos apoyos, brilla por su ausencia la del grupo liderado por Joan Ignasi Elena “Avancem” que presentó una candidatura alternativa a la de Pere Navarro y obtuvo el 25% de los votos.

El camino de la traición ha empezado acicalado como catalanismo perseguido, pero es simplemente un camino de supervivencia política personal y de egocentrismo desmesurado. Harían bien los socialistas catalanes en soltar lastre y pronto. Atravesar el desierto después de las debacles electorales es un reto duro. Llevar piedras en la mochila lo hace más difícil. Quitarlas con rapidez y desenmascarar la “pseudodiscrepancia” un buen remedio. Ya lo dice el dicho "más vale solos que mal acompañados".