Cayó el halo protector de la Unión Europea y afloraron los problemas para el que hasta este fin de semana ostentara la cartera de Justicia en Bruselas. El belga Didier Reynders, al que el Partido Popular convirtió en su ariete contra el Gobierno, está bajo la lupa de las autoridades de su país. El veterano político fue interrogado este martes por la policía en la capital de Bélgica en el marco de una investigación sobre un presunto caso de blanqueo de capitales a través de billetes de lotería. Por casualidad o causalidad, el excomisario conoce bien este campo, debido a su paso por el Ministerio de Finanzas belga, entre cuyas competencias se encuentra precisamente la Lotería Nacional.

Reynders es una personalidad bien conocida en la política española, especialmente durante la pasada legislatura tanto comunitaria como nacional. Dentro de la estrategia de torpedeo al Gobierno de Pedro Sánchez desde Bruselas, el Partido Popular tenía en el excomisario de Justicia como uno de sus principales activos.

Tanto es así, que tras la firma del acuerdo entre PSOE y Junts para la investidura del jefe del Ejecutivo, maniobraron entre bambalinas para utilizar al belga como ariete contra la Administración central, que acabó requiriendo un informe sobre el pacto bilateral. También han recurrido a esta palanca para meter presión para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) a su gusto. De hecho, fue quien ejerció de mediador entre socialistas y conservadores para desbloquear la reforma, a petición del PP, por supuesto.

Pero el Partido Popular ya no puede accionar esta palanca. No desde este fin de semana, cuando expiraba su mandato al frente de la cartera comunitaria de Justicia. La renovación de la Comisión Europea ha dejado fuera a un Reynders que también ha perdido el manto de protección que podría proporcionarle su cargo. Tras llegar la fecha de caducidad, se ha sabido que es el epicentro de una investigación por presuntos delitos de blanqueo de capitales en su país, Bélgica.

Reynders, bajo la lupa

Según reportan medios de comunicación belgas como Le Soir y Follow The Money, la policía del país practicó este pasado martes registros en dos viviendas de Reynders en Bruselas y su entorno. Por el momento no ha sido imputado en ninguna causa, pero figura como sospechoso en la investigación policial y le atribuyen un papel crucial en una red de lavado de dinero durante años a través del sistema de Lotería Nacional, cuyas competencias estuvieron en manos del ex ministro de Finanzas belga entre 2007 y 2011.

Según estas primeras informaciones, la trama orientó su radio de acción a la compra de billetes electrónicos -vales de 1 a 100 euros- que podían transferirse a una cuenta de la Lotería Nacional. Desde aquí, el excomisario de Justicia habría participado en juegos de la lotería y, posteriormente, transferir esos ingresos ya blanqueados a otra de titularidad privada. Según los medios anteriormente citados, la oficina del fiscal general de Bruselas confirmaba la existencia de tal investigación, aunque no ha aportado mayor detalle.

Una denuncia de la Célula de tratamiento de informaciones financieras (Ctif) y la propia Lotería Nacional puso sobre la senda a los investigadores. Pese a que no han podido acotar demasiado la época de actuación, sí estiman que los hechos pudieron extenderse desde los años en los que Reynders era ministro federal del país, a pesar de no tener bajo su competencia la lotería y, como mínimo, hasta el año pasado. La investigación, que se ha abierto y llevado con la máxima prudencia y discreción, ha dado un acelerón al término del mandato del excomisario de Justicia, debido a que gozaba de la inmunidad inherente a los organismos comunitarios.

De hecho, si se hubiese actuado primero contra el excomisario, se hubiera tenido que dar parte en primer lugar al Colegio de Comisarios, presidido por Ursula Von der Leyen, donde estaba integrado el exministro belga. No obstante, y a pesar de la extinción de su mandato en la Comisión, aún conserva cierto blindaje. Y es que si el magistrado que instruye la causa decidiera imputarlo, sería el Parlamento belga el que debería levantar su inmunidad.

El liberal no ha estado exento de sospechas durante su mandato, siendo señalado en múltiples ocasiones como corrupto al aceptar sobornos. Sin embargo, no existió prueba alguna que las respaldaran. De ahí surgió su sobrenombre: Teflón Didier. Cuando el Ejecutivo belga apostó por Hadja Labib como nueva comisaria, Reynders no pudo ocultar su enfado en los medios nacionales, por lo que esta investigación podría enterrar su carrera política para siempre.