Esta semana, los 52 diputados de Vox posaban para la foto de familia en las escalinatas del Congreso de los Diputados. Los dirigentes de extrema derecha acudían a la Cámara Baja para recoger su acta.

Santiago Abascal presidía una foto de la que también formaba parte Francisco José Alcaraz. 

Tras pasar por el Senado, la Cámara Baja será el último destino vital de un hombre que en poco más de una década ha pasado del anonimato más absoluto a convertirse en uno de los rostros más conocidos del partido de extrema derecha que, debido a su ascenso en las urnas, amenaza con condicionar la gobernabilidad del país.

Un destino por el que muy pocos de sus paisanos de Torredelcampo -la pequeña localidad de la que es natural el senador de Vox-, hubiesen apostado cuando Alcaraz era el peluquero del pueblo. Y es que antes de convertirse en parlamentario nacional y ariete de la derecha mediática gracias a las movilizaciones que protagonizó contra  el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero desde la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), el ahora senador de la extrema derecha ejerció oficios muy diversos y abrazó varias confesiones que a priori no comulgan en exceso con los ideales de Vox.

Testigo de Jehová y de la Iglesia Evangélica

“Aunque soñó con ser veterinario, pronto se decidió por la peluquería y la estética (…) Se hizo testigo de Jehová. Sus padres eran católicos, trabajadores y más bien de izquierdas, pero él abrazó su nueva fe con tanto ahínco -un rasgo de su carácter que conserva intacto- que se dedicó a vender biblias y a hacer apostolado entre sus vecinos, quienes, no obstante, pronto advirtieron que Francisco José se alejaba de los Testigos de Jehová para pasarse a la iglesia Evangélica. No tardó en darse cuenta de que tampoco allí estaba el camino”, explica el periodista Pablo Ordaz.

‘Desengaños religiosos’ en cadena que Alcaraz no tuvo reparos en comentar en público: "Me fui porque puedo coincidir con muchas ideas de católicos, mormones o testigos, pero si te encierras en una religión coartan tu libertad. Y la libertad también se pierde cuando uno pertenece a un partido, cuando uno defiende una ideología. Al definirse de izquierdas o de derechas, uno ya está perdiendo libertad”.

Ildefonso Olmedo y Paco Rego, en un artículo publicado en el diario El Mundo el 10 de julio de 2005, explicaban así el ‘viaje religioso’ del hoy senador de Vox: “Apóstol de Jehová, vendía biblias casa por casa (en los ochenta). De aquellos años Alcaraz lo que más recuerda era su hambre de Biblia. Llegado el momento (1985), abrazó la insumisión a la mili, entonces bandera de los más contestatarios y antisistema. Pero él lo hizo por motivos bien diferentes: por ser testigo de Jehová. Poco después, cambió de iglesia. El de Torredonjimeno se fue a la Evangélica. Hoy no le convence del todo ninguna”.


Captura del reportaje publicado por El Mundo en el que aparece Alcaraz con batín blanco. 


Él mismo lleva pelo implantado en su cabeza”

“Ha cosechado tantos adjetivos que resulta difícil atinar con el retrato verdadero del humilde peluquero que llegó a sacar a la calle a cientos de miles de personas contra el triunfante ZP. Obstinado, obcecado, de escasa formación, humilde, honesto, déspota, vanidoso, sencillo, medrador, peleón... y así hasta un extremo y otro”, sentenciaban Olmedo y Rego en el artículo titulado La Hazaña del peluquero.

El reportaje estaba ilustrado con una foto de Alcaraz posando con batín blanco bajo el siguiente pie de foto: “Tricólogo. Alcaraz vive de dos clínicas capilares, en Jaén y Córdoba”.

Y es que hasta 1992 el hoy senador de Vox fue el peluquero. “Después, cerró los tres establecimientos que ya tenía en marcha y, con el diploma de tricólogo bajo el brazo, se fue a Jaén a abrir un centro de tratamiento capilar, otro en Málaga (ya cerrado) y un tercero en Córdoba. Él mismo lleva pelo implantado en su cabeza”.