La reunión de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26) que se ha iniciado en Glasgow y en la Cumbre del G20, en Roma, ha encendido todas las alarmas.

Parece increíble que a estas alturas todavía estemos debatiendo las medidas a adoptar frente a un cambio climático que desde hace muchos años es ya una realidad en el Planeta Tierra. Que no hayamos tomado medidas reales desde hace tiempo para frenar el desastre que pronostican científicos, meteorólogos y expertos en todas las materias, siendo conscientes de que estamos hipotecando el futuro de nuestros hijos, de las próximas generaciones. Y esto es de verdad, no es ciencia ficción.

Día a día, escuchamos hablar sobre el calentamiento global, sobre las consecuencias nefastas de las emisiones de CO2 de los combustibles fósiles, como poco a poco se derrite el Ártico, huracanes, ciclones, sequías prolongadas, incendios forestales que arrasan los bosques, desaparición de grandes masas de árboles en todos los lugares del Planeta y un sinfín de efectos perversos sobre los ecosistemas.

Es cierto, que se están intensificando medidas directas para que nosotros, las personas de a pie, cambiemos hábitos como el reciclaje de residuos domésticos, el impulso del transporte y de los vehículos propulsados por combustibles menos contaminantes o la expansión de nuevas energías renovables como las eólicas y fotovoltaicas que frenen el deterioro del Planeta Tierra, del Mundo en el que vivimos. Pero no es suficiente.

La acción del hombre durante las últimas décadas ha sido tremendamente destructiva y, a pesar de las advertencias, no se ha hecho lo que se tenía que hacer y el deterioro medioambiental ha seguido y sigue avanzando.

La obsesión inmoral e irresponsable del capitalismo mundial por el enriquecimiento y el crecimiento económico no ha reparado en los daños irreversibles y, probablemente, ya sea demasiado tarde, aunque aún queda esperanza.

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha sentenciado: “Estamos cavando nuestra propia tumba. Basta de tratar a la Naturaleza como a un retrete”.

Las distintas Conferencias sobre el Cambio Climático de la Organización de Naciones Unidas han venido analizando y diagnosticando los efectos y consecuencias, incluso los Estados vienen anunciando desde hace décadas compromisos incumplidos para frenar la degradación irreversible de nuestro hábitat.

Probablemente esta visión, más realista que pesimista, sigue sin ser compartida por muchos líderes mundiales de grandes potencias económicas como China y Rusia, hasta hace unos meses también por el afortunadamente “depuesto” en las urnas Trump, en Estados Unidos.

Las intervenciones del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26) que se ha iniciado en Glasgow y en la Cumbre del G20 son un motivo de esperanza, porque el actual Gobierno de España sí se ha tomado en serio el Cambio Climático y la Transición Ecológica.

En consonancia con los líderes políticos del G-20 que han acordado “la importancia de mantener al alcance el objetivo de limitar el aumento de la temperatura a sólo 1,5 grados. De hecho, los líderes han acordado poner fin a la financiación pública de nuevas centrales térmicas de carbón en el extranjero para finales de 2021”, algo a lo que el Gobierno de España ya se había comprometido en la lucha contra el cambio climático, reducido la generación eléctrica de carbón en un 90 por ciento.

En la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26), en Glasgow, Pedro Sánchez ha anunciado que España incrementará un 50 por ciento la financiación climática hasta los 1.350 millones de euros anuales a partir de 2025.

El compromiso de España en materia de cambio climático, expresado por el presidente en la COP26, se refleja en la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, en la decisión de destinar casi 30.000 millones de euros del Plan de Recuperación a la Transición Ecológica, en definitiva, a la lucha contra el deterioro medioambiental.

Sin duda, el Gobierno de España, el PSOE, está comprometido en la lucha contra el Cambio Climático, pero como ha insistido el Presidente y Secretario General, Pedro Sánchez, la COP26 “debe ser un punto de inflexión que impulse un verdadero cambio de rumbo en el planeta a través de una acción solidaria y urgente”.

También es un motivo de esperanza el compromiso del Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, anunciado medidas urgentes frente al deterioro del Planeta Tierra. Es un cambio importante y fundamental frente al negacionismo de su nefasto predecesor, fiel defensor del enriquecimiento económico incontrolado y descontrolado.

Los ciudadanos queremos confiar y tener esperanza en que las últimas cumbres internacionales son un punto de inflexión ante lo que puede ser una catástrofe.

Antidio Fagúndez Campo es diputado del PSOE por Zamora