Junts per Catalunya está especialmente molesto con los tiempos y responsabiliza al PSOE de la sucesión de acontecimientos. La ley de Amnistía no termina de beneficiar al expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la voces más críticas de la formación independentistas empiezan a ganar fuerza. Con esta tesitura, el núcleo duro de la formación se da cita este lunes en Perpiñán (Francia) para decidir si es el momento de la ruptura total con los socialistas o si todavía puede tensionarse un poco más la relación.

Es la hora del cambio”, advertía la portavoz de los nacionalistas, Miriam Nogueras, en el Congreso de los Diputados. La sucesora de Laura Borrás es, precisamente, una de las voces más críticas en el seno del partido y presiona para distanciarse de forma definitiva del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien busca el apoyo de los catalanes para sacar adelante unos Presupuestos Generales del Estado (PGE). Menos tajante es el secretario general de Junts, Jordi Turull, que apuesta por seguir castigando a los socialistas a través de la vía parlamentaria.

La decisión no es sencilla para la derecha catalana, pero la sensación de que se está incumpliendo el pacto de Bruselas, firmado dos años atrás, deja cada más solo a Turull. A la par, voces como las de Nogueras o el abogado Gonzalo Boye consideran que seguir tumbando leyes en la Cámara Baja es insuficiente, tesis que empieza a asumir como propia Puigdemont. En la lejanía, además, empiezan a vislumbrarse las elecciones municipales, a las que los independentistas se acercan preocupados por la fuerza de Aliança Catalana.

Pragmatismo o volantazo

El expresidente catalán convocó este domingo al núcleo de la dirección de la formación, desplazada en el sur de Francia, y este lunes suma al resto de cargos de la ejecutiva para trasladarles que, a su juicio, es conveniente estudiar el rumbo de las relaciones con el Ejecutivo central de ahora en adelante. Lo que parece más que decido, aunque quede por dilucidar cuál es la vía, es que Junts abandonará las negociaciones con los socialistas en Suiza y buscará debilitar al Gobierno de Sánchez retirándole el apoyo en el Congreso de los Diputados.

En clave interna, los hay que se identifican más con la línea pragmática que se remonta a los tiempos de Convergència, pactando indistintamente y a conveniencia con PSOE y PP, mientras que otros quieren volver a los discursos duros enraizados en la independencia y enrocándose en posturas menos dialogantes en clave parlamentaria con el objetivo de impulsar la línea secesionista. La cúpula del partido parece decidida, de todo punto, a romper con Sánchez, y así se lo preguntará a la militancia, que tendrá la última palabra, para saber si secundan tal decisión.

Sánchez aguarda

El jefe del Ejecutivo quiere evitar que se la sangre llegue al río, motivo por el que no cierra la puerta a llegar a reunirse con Puigdemont. No obstante, reniega de marcar una fecha y asegura que el encuentro se producirá “cuando toque”. "Si lo he dicho mil veces, ¿para qué hemos aprobado una Ley de Amnistía? Para normalizar la situación con los actores políticos. Por supuesto que esas reuniones se producirán ¿Cuándo? Pues cuando toque", trasladaba la pasada semana. Sin embargo, esa posición puede no servirle en esta ocasión.

Sobre el cónclave de Junts, el presidente ha asegurado que respeta el funcionamiento interno de los partidos, aunque ha dejado claro que, respecto a los acuerdos pactados, "lo que está en manos del Gobierno" lo está cumpliendo y "lo que está en manos de otros" están "trabajando" para que se cumpla. “Lo estamos haciendo, lo sabe Junts que estamos cumpliendo con todos esos acuerdos", ha insistido Sánchez, que pide a los independentistas "tiempo, dedicación y esfuerzos". Algo con lo que, ni de lejos, están de acuerdo los independentistas.

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