El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, parece haber pensado que los oficios del Viernes Santo están por encima de lo estipulado por el Gobierno al decretar el estado de alarma por el coronavirus.

La catedral de Granada tenía abiertas sus puertas la tarde de este viernes y hasta una veintena de fieles fueron entrando en ella para asistir a la misa de Viernes Santo que estaba oficiando el arzbosipo junto con otros prelados.

A mitad de los oficios, efectivos de la Policía Nacional entraron en el recinto y pidieron a los fieles que se marcharan a casa. Todos ellos salieron de uno en uno, tras recibir la comunión, aunque no fueron sancionados. El propio arzobispo informó a los asistentes de que la Policía le había comunicado que debían desalojar la iglesia, pues de lo contrario serían sancioandos. 

Vox defiende al obispo

Al parecer, Francisco Javier Martínez supuso que estaba permitido celebrar misa, aunque las indicaciones del Gobierno y de la propia Conferencia Episcopal Española habían dejado claro lo contrario desde hace semanas.

La portavoz adjunta y secretaria general de Vox en el Congreso, Macarena Olona, ha criticado el desalojo de la Catedral de Granada el Viernes Santo pese a que su celebración atenta contra la ley. 

Olona ha parafraseado la cita "La única Iglesia que ilumina es la que arde" y, a continuación, ha indicado que "hoy no las queman, las vacían". En un hilo de Twitter, ha lamentado que este desalojo se traduce en "el siguiente derecho fundamental suspendido: Libertad de culto".

Polémico obispo

Esta es la última polémica de Francisco Javier Martínez, un prelado ultra que con 37 años se convirtió en obispo auxiliar de Madrid protagonizando una particular lucha contra el aborto. Después, fue obispo de Córdoba, etapa que también cerró con un mal episodio: un cura de su diócesis fue condenado a 11 años por abuso sexual. Ya en Granada, una editorial dependiente de su arzobispado publicó el libro 'Cásate y sé sumisa'. Posteriormente, se puso en duda su gestión en el último escándalo de abusos sexuales y también investigaron la nefasta gestión económica en su diócesis. 

Además de sus controvertidas homilías, fue el primer obispo en sentarse en un banquillo, lo hizo en 2007 por injurias y coacciones a otro religioso.