Suele decirse que la realidad supera a veces la ficción. Lo que nos está pasando en España supera cualquier novela policíaca, y de esperpéntico ya resulta casi increíble.

Hemos llegado a un punto en el que no se respetan las más básicas reglas de la democracia: no hay transparencia, se pacta con la prensa la pregunta que responderá el Presidente, los discursos oficiales enlatados se repiten hasta la saciedad y están casi siempre vacíos de contenido, ante una grave acusación no se contesta o se sale por “peteneras”. Un insulto tras otro a la ciudadanía, ésa que paga los salarios de quienes dicen representarnos a través de impuestos que no paran de subir, la misma que ve cómo se recortan sus derechos a pesar de contribuir cada vez más a las arcas públicas. La misma que ya no sabe si ve las noticias o una obra de teatro de humor negro.

Yo me pregunto qué pasaría en cualquier empresa si un trabajador hace lo contrario a lo que su jefe le pide. Imaginemos, por ejemplo, que a un tal Mariano le contratan como encargado en una fábrica para hacer barras de pan de primera calidad y lo que hace en realidad son tortas inmasticables. Seguramente el jefe le pediría explicaciones: "Mariano, ¿qué estás haciendo? Te contraté porque me dijiste que conocías la fórmula para hacer unas barras de pan exquisitas, pero estás haciendo unas tortas duras, inmasticables, que nadie puede comer".

Imaginemos, que el encargado contesta: "Mire, jefe, tiene usted razón. He decidido hacer estas tortas porque creo que son precisamente lo que su empresa necesita. Déjese de pan, que aunque a la gente no le gusten las tortas, es cuestión de tiempo que terminen tragándoselas. Hágame caso, le digo yo que esto es lo que hay que hacer".

Va pasando el tiempo y las tortas cada vez son peores, más pequeñas, más duras, más intragables. Por si fuera poco algunos compañeros de Mariano le acusan de “meter la mano en la caja”. El jefe llama al encargado para que le de explicaciones y Mariano le responde que “está muy ocupado haciendo tortas y que no tiene por qué dar explicaciones, a pesar de que haya pruebas que le dejan en muy mal lugar”.

El jefe sigue insistiendo y Mariano va saliendo por donde puede. La tensión aumenta en el ambiente y un buen día el jefe se acerca al horno a buscar a Mariano: "Quiero que vengas a mi despacho inmediatamente porque me tienes que explicar todo lo que está pasando aquí. La situación es insostenible, 'no haces pan, haces tortas; la calidad de los productos de esta empresa es detestable y tenemos la obligación de alimentar a la gente; está faltando dinero y te están acusando a ti como responsable; así no podemos continuar. Te exijo una explicación antes de echarte a la calle'".

Ni corto ni perezoso Mariano contesta al jefe: "Mire, jefe, iré a darle explicaciones cuando me dé la gana".

Pues bien, esta historia casi imposible de imaginar en una empresa mínimamente decente, es lo que está ocurriendo en nuestro país. La ciudadanía es la ‘jefa’ de nuestros dirigentes políticos. Estamos viendo cómo tenían que generar empleo, mantener el Estado de Bienestar, garantizar la independencia de la justicia, ser honrados, responsables y rendirnos cuentas. Quienes les votaron lo hicieron porque realmente creían en ellos para que intentasen reconducir la terrible situación en la que la crisis –esa que el modelo neoliberal que ellos defienden- había creado.

Lejos de intentar arreglar el panorama, lo han empeorado cada día más. Eso si, ellos han cobrado sus sueldos (pagados por todos), incluso según parece también han recibido sobresueldos (presuntamente), han amnistiado a los más chorizos, se han cubierto unos a otros. Han utilizado el dinero público que aportamos entre todos para salvar a sus colegas de la banca, para cubrir agujeros de impresentables que cuando ganaban dinero a manos llenas no contribuyeron más –haciendo gala de la solidaridad que nos exigen al resto ahora-.

Con nuestros impuestos no mantienen lo que es de todos. De hecho han pisoteado lo que es y ha de ser común: nuestra educación, nuestra sanidad, nuestras pensiones, nuestra ilusión. Ahora solamente puedes disfrutar de escuelas con todos los servicios si tienes dinero para pagártelas; de hospitales con las mejores condiciones si entras con la tarjeta de crédito entre los dientes; de pensiones si contratas una privada con un banco. Si quieres tener hijos y no eres heterosexual tienes que buscarte la vida y pagar miles de euros para ello. Sin embargo, si te quedas embarazada y personalmente no puedes afrontarlo, si no tienes dinero, vas a apechugar con las consecuencias.

Una torta detrás de otra. Y aquí lo que hace falta es pan, y no más tortas, Mariano.

Pan y que le des explicaciones veraces a tus jefes, que somos todos. Porque entre tú y los que te cubren os estáis cargando este proyecto que hemos construido entre todos y todas. Lo mínimo que te exigimos no sólo es que des la cara, sino que vengas a decirnos la verdad, y si no estás dispuesto a ello, que te marches.

Beatriz Talegón es secretaria general de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas
@BeatrizTalegon