El Rey Felipe VI está dispuesto a firmar los indultos de los presos del procés que, en  breve, podría presentarle el Gobierno de Pedro Sánchez. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se saltó las barreras del decoro cuando en la manifestación de la plaza de Colón desafió con absoluta desvergüenza al Rey a que dé a conocer sus intenciones sobre esta cuestión. En concreto, se despachó  con esta insolente pregunta, “¿qué va a hacer Felipe VI. Va a firmar esos indultos? ¿Le van a hacer cómplice de esto?”.

Podría haberse enterado ella o sus agresivos asesores que, a día de hoy, la intención del monarca es firmar esos indultos. Es más, el Gobierno de Sánchez habría caído en el más absoluto ridículo si, a estas estas alturas, ignorara la posición que mantendrá Felipe VI cuando en breve le presenten las propuestas de indulgencia para los encarcelados por una sentencia de la sala de lo Penal del Tribunal Supremo.

Al poner al Rey en el ojo del huracán, la presidenta de Madrid,  pareció ignorar que corresponde a éste sancionar la decisión que adopte el Consejo de Ministros en el marco del proceso legal de los indultos, como es preceptivo. O que su sugerencia sea que el Rey se oponga a la decisión del Ejecutivo interfiriendo en las decisiones del Gobierno. Porque las palabras de Ayuso llegaron a insinuar la complicidad del monarca en lo que su partido y Vox consideran una decisión completamente desacertada.

El presidente popular Pablo Casado debía estar muy aliviado de que el gentío hubiera llenado la plaza - aunque no tanto como en la anterior ocasión- porque, con la excusa de que el aforo estaba completo, no llegó a pasar hasta los aledaños de la tribuna con lo que evitó la foto de rigor con quienes desde la ultraderecha no paran de tirar de su levita

El líder de Vox, Santiago Abascal, tuvo mensos reparos y se colocó en primera fila para que quedara claro qué él si daba la cara. El alcalde de Madrid y portavoz de PP, José Luis Martínez Almeida, repitió las consignas planteadas por Génova. Faltaría más. Él no es sólo un militante obediente sino que su portavocía debe reflejar la doctrina oficial que, a día de hoy y desde hace muchos meses, consiste en arremeter contra Pedro Sánchez con ocasión y sin ella.

Y como la intención del presidente del Gobierno es aprobar los indultos, Martínez Almeida le acusó de romper “el espíritu de convivencia y los valores de la Constitución de 1978”. A continuación, no olvidó el obligado latiguillo, “lo hace para permanecer como sea en La Moncloa”.

Si hay que hacer caso a las acusaciones del PP, esa complicidad real conllevaría a pisotear la ley y a la traición, según las valoraciones hechas por los de Pablo Casado a la iniciativa de los indultos. Y si hiciéramos caso a Rosa Díez, antigua diputada, hoy carente de referencia política y una de las convocantes del acto de Colón, “si en estas condiciones el Gobierno indulta a los delincuentes estará violando la Constitución”. Uff…