El Partido Popular ha decidido tomar partido en la batalla diplomática entre Pedro Sánchez y Donald Trump, pero lo hace a su manera: ni con el presidente que “miente” ni con el que “nos amenaza”. La formación que lidera Alberto Núñez Feijóo lanza su propia ofensiva política apoyándose en una inesperada aliada: la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. El PP se aferra a sus palabras para desacreditar la estrategia de Sánchez en la OTAN y denunciar las represalias que Trump ha prometido contra España.
La intervención de Meloni durante la cumbre atlántica ha sido interpretada por los populares como un salvavidas argumental. La primera ministra italiana aseguró que su país había adoptado la misma fórmula que España en relación al compromiso del 5 % del PIB para gasto en Defensa, lo que fue entendido por Génova como una confirmación implícita de que no hay tal engaño o estrategia opaca. “Italy did the same thing as Spain. Or Spain did the same thing as Italy, take your pick (Italia hizo lo mismo que España. O España hizo lo mismo que Italia, tú eliges), respondió Meloni a un periodista que cuestionaba la coherencia del compromiso español.
El Partido Popular ha aprovechado esta coincidencia para desmontar lo que consideran una maniobra de Pedro Sánchez para satisfacer simultáneamente a la OTAN y a sus socios parlamentarios. “Pedro Sánchez se ha comprometido con la filosofía de rearme de la OTAN y con el 5 % del PIB a gasto en Defensa en un máximo de diez años, pero calma a sus socios diciendo que ha engañado a la Alianza Atlántica y que solo pagará el 2,1%”, denuncian fuentes del PP.
El cruce de mensajes se ha agudizado tras las declaraciones del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, que acusó a España de incumplir sus obligaciones con la OTAN y deslizó la posibilidad de represalias comerciales. “Vamos a hacerles pagar el doble”, afirmó en relación a los países que, a su juicio, no están contribuyendo lo suficiente al gasto común en defensa. La amenaza, dirigida directamente contra los intereses económicos de España, ha encendido todas las alarmas en el Partido Popular, que ha reaccionado con una doble condena.
“Sus cómplices parlamentarios consienten sus mentiras, pero el Partido Popular, no”, replican desde el entorno de Feijóo. “Sin embargo, el Partido Popular tampoco consiente las amenazas a España del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Y menos si pretende utilizar a los productores de nuestro país para vengarse de la insolidaridad del presidente del Gobierno”.
Feijóo y la oposición perpetua que roza los intereses de España
Así, la “carta Meloni” se convierte en una herramienta narrativa que permite al PP intervenir con fuerza en el debate internacional, reforzar su crítica a Sánchez y desmarcarse de Trump sin caer en la trinchera ideológica. Una jugada calculada, con vocación de calar tanto dentro como fuera de España. Pero este equilibrio estratégico también encierra un riesgo evidente para Alberto Núñez Feijóo y su partido: el de parecer instalados en una oposición perpetua que, por sistema, evita apoyar cualquier postura del Gobierno de Pedro Sánchez, incluso si eso supone rozar —o directamente poner en jaque— los intereses generales de España.
Y es que, una cosa es criticar —algo legítimo y necesario— y otra es quedarse sin alternativas. En su empeño por erosionar la imagen del presidente, Feijóo ha acabado proyectando la de un país dividido, sin una voz común ante el exterior. Un riesgo mayúsculo cuando lo que está en juego es la confianza internacional.
Más todavía cuando Trump entra en escena. Lejos de cerrar filas frente a la amenaza exterior, el PP optó por la equidistancia. Pero ese “ni con uno ni con otro” dejó la sensación de vacío. Y mientras tanto, los agricultores, exportadores y pymes que dependen del comercio exterior se preguntan quién les defiende realmente.
El PP reclama que España recupere “fiabilidad, respeto y liderazgo internacional”. Pero cada vez que se niega a respaldar mínimamente una postura del Gobierno —por impopular o errática que sea— esa credibilidad también se resiente. Porque en política exterior, la imagen de país se construye de forma coral. Y el ruido interno, cuando se hace desde la oposición sin una propuesta clara, se escucha con eco en Bruselas, en Washington y también en Berlín.
Feijóo transita una cuerda floja con el vértigo de quien solo mira al adversario sin mirar al país. No es fácil hacer oposición responsable, pero en momentos como este se hace más evidente que nunca la necesidad de ir más allá del “no es no”.