Noticia bomba: llevamos dos semanas con incendios cuya virulencia está sobrepasando la capacidad de los efectivos para sofocarlos y ¡todavía¡ no ha estallado un enfrentamiento político como Dios manda entre el Gobierno y la oposición. Un escándalo. Debe ser porque estamos en agosto y la maquinaria antigubernamental de Génova no está al cien por cien. Deberían rodar cabezas: España ardiendo y el PP papando moscas. Y no solo el PP: ¡hasta el mismísimo Vox parece estar de vacaciones! Ninguno de sus cráneos privilegiados ha arremetido todavía contra la insoportable inacción de los gloriosos Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, sin duda maniatados por un Gobierno cuya determinación de destruir España no conoce límites.

En el PP vienen remoloneando pero sin acabar de decidirse a arremeter contra Pedro Sánchez por no haber enviado ya a la Acorazada Brunete para combatir el fuego. O por no exigir a la OTAN que participe en las labores de extinción, pero, claro, cómo va este Gobierno a exigir nada a su socios si, desde que está Sánchez al frente, España pinta en el mundo cero patatero, y no como cuando quien todos sabemos brillaba como un halcón peregrino en las Azores o ponía, como un rico hacendado, los pies sobre la mesa durante una cumbre del G8.

España se quema y nuestro presidente de vacaciones. Ha habido algún que otro conato de enfrentamiento político, pero nada serio, sin la intervención de los primeros espadas de uno y otro bando. Dijo no sé qué cierta portavoz del PP y le replicó no sé cuántos Óscar Puente, pero como el ministro tiene bien ganada la fama de ser un bocachancla las pirulas que monta tienen cada vez menos impacto. También el propio presidente popular llegó a poner un tuit reclamando al Gobierno que ordenara al Ejército el envío inmediato de sus bulldozer para abrir cortafuegos y de sus aviones de transporte para evacuar poblaciones.

Como en realidad el ejército ya está interviniendo a través de la Unidad Militar de Emergencias, nadie le ha echado muchas cuentas al tuit de Feijóo, aunque sí ha tenido el respaldo explícito del Gobierno andaluz de su amigo Juan Manuel Moreno. “Es urgente apoyar la gran labor de la UME y bomberos forestales con unidades especializadas de ingenieros, logística y transporte de Fuerzas Armadas. Hacen falta todos los recursos disponibles”, escribía el consejero del ramo, Antonio Sanz, en línea con su presidente. Naturalmente, que el Gobierno de España sea de izquierdas y el de Andalucía de derechas no tiene nada que ver con los llamamientos de socorro de Sanz y Moreno.

El presidente Sánchez tiene previsto visitar este domingo alguno de los puntos negros del noroeste incendiado, y raro será que no haya pitos e insultos de algún pequeño grupo de honestos ciudadanos indignados con el Gobierno aunque, todo hay que decirlo, seguramente no del todo insensibles a la estrategia de confrontación dictada por Génova para salvar a España de sí misma desde la decepción electoral del 23 de julio de hace ya dos años pero en horas bajas en este tórrido agosto. Si tal cosa ocurre, si hoy hay bronca antisanchista con ocasión de la visita del presidente a Orense o León, podremos decir aliviados por fin que España vuelve a ser España y que el PP habrá despertado de su modorra agosteña y se habrá puesto de nuevo a trabajar para que no superemos la ola de incendios sin haber quedado bien sentado ante los españoles quién es el verdadero culpable de tanta destrucción.

También favorece la ausencia de una verdadera bronca política el hecho, virtualmente providencial, de que entre los presidentes autonómicos cuyos bosques están ardiendo no haya habido ningún Carlos Mazón, pues de ser así las huestes conservadores se habrían visto impelidas a salir en su defensa, como ocurre con el presidente de la DANA, rebuscando hasta debajo de las cenizas argumentos para atribuir a Perro Sanxe las culpas del Mazón de turno.

Ninguno de los presidentes autonómicos cuyos montes están ardiendo ha estado desaparecido en una larga e ignota sobremesa; y tampoco a ninguno de sus consejeros titulares de las emergencias le hemos oído reconocer con todo el cuajo del mundo que no sabía qué era la UME. Por fortuna para las personas, los animales y los bosques, Mazón no hay más que uno. Y Pradas todavía menos.