Esperanza Aguirre, candidata del PP a la alcaldía de Madrid, comparece para valorar los resultados electorales. EFE



Esperanza Aguirre ha dado al Partido Popular uno de los más sonoros fracasos en estas elecciones Municipales y Autonómicas. Sus 21 concejales frente a los 20 de Manuela Carmena -candidata desconocida hace un mes- no son una victoria, es una derrota humillante; y los es porque  ella retó y forzó a Mariano Rajoy a designarla candidata, porque creyó que con su simple carisma arrasaba, porque hace mucho tiempo que se creyó lo de 'lideresa' y alternativa a Rajoy, y porque su campaña, actitud y declaraciones, movió a mucha gente a ir a votar y a votar a Carmena simplemente para echarla. Treinta años de carrera política, primero como concejal en el ayuntamiento de Madrid, luego como ministra de Cultura y como Presidenta del Senado se cierran con un broche que no es el que ella hubiera querido.

La 'abuela buena' y la 'abuela bruja'
Esperanza Aguirre hizo de su personalidad su mayor activo político, campechana, simpática, espontánea, aguerrida y peleona fueron características que le hicieron arrasar en Madrid después de arrebatar la Comunidad al PSOE con el famoso 'tamayazo'. Pero algo pasó esta Legislatura y Esperanza Aguirre pasó a dar una imagen demasiado prepotente, demasiado amenazante y demasiado 'Rotenmeller'. El caso es que ella decidió que la campaña electoral fuera cosa de dos, convencida de que Podemos inspira miedo en el electorado y de que Carmena era una desconocida. El mayor error estratégico de su vida, porque Esperanza Aguirre polarizó el voto y convirtió la papeleta de Carmena el  voto útil para echarla. La imagen del debate de Tele Madrid fue letal, Carmena quedó como la abuela 'buena' que te acaricia la cabeza y no va a pegarte la bronca, mientras que Aguirre quedó como la abuela mandona y regañona que te acusa incluso de lo que no haces. La que pasó a dar miedo fue ella. Acusar a Manuela Carmena de ser condescendiente con la banda terrorista ETA es una de las jugadas más sucias de esta campaña. Y la que más se volvió contra Aguirre.

Especialista en hacer leña del árbol caído
Desde que en 2008, tras la segunda derrota de Rajoy ante Zapatero, Aguirre fracasara en su intento de disputarle el liderazgo nacional del PP, la veterana política ha demostrado que es especialista en aparecer en escena para dar donde más duele en los peores momentos. Fue mucho más crítica con la política económica de Rajoy en 2012 y en 2013 que el propio Rubalcaba, y le hacía más daño porque no hay peor cuña que la de la propia madera. Su guerra con Gallardón pública y notoria y ni siquiera con éste yafuera de la política desaprovechó la oportunidad de zurrarle, como cuando en plena campaña electoral le acusó de megalómano en el programa de Susana Griso en Antena 3. Se enfrentó a Cospedal de una manera pública y virulenta, y fue aún más dura con la ex alcaldesa de Ana Botella. Por no hablar de sus críticas a la candidata de su mismo partido a la Comunidad, Cristina Cifuentes. Ella y solo ella. Y al final se ha quedado sola. Aguirre ha demostrado que tiene un significado muy particular de la palabra lealtad.

¿No se enteró de la corrupción en Madrid con lo lista que es?
Hay algo que Esperanza Aguirre o no entendió o no calibró bien. Fue con su Gobierno cuando creció y se expandió la trama Gürtel, fueron sus consejeros y sus alcaldes los que acabaron imputados o en la cárcel. Pero ella no sabía nada, no se enteró de nada hasta el punto de que, con un desparpajo ya mítico, afirmó en la Asamblea de Madrid que ella había denunciado la trama Gürtel. Pensemos, si Chaves y Griñán son responsables 'in vigilando' de los ERES, porque ni firmaron ni tienen cuentas en Suiza, ¿ella no lo es? Esta vez el argumento que ella era autora y responsable de lo bueno mientras que de lo malo tenían la culpa Rajoy unos señores, como su vicepresidente Granados, a los que no conocía de nada, sencillamente no ha colado.

Humillante
Transformada la cercanía en prepotencia, transformada la transparencia por mentiras y la falta de explicaciones y visto que acaba enfrentada a todo el que se le acerca, el resultado electoral es humillante para Esperanza Aguirre. Y lo es porque ella exigió primarias a Rajoy para elegir a los candidatos, exigencia que se le olvidó en cuando el "dedo divino" -según sus propias palabras, se posó sobre ella para hacerla candidata. Lo es más porque ella estaba convencida de que solo con su nombre salvaría la capital de España para los populares. Su estrategia era obvia, mientras el PP se hundía en toda España, ella salvaría la capital, pero se hundió el PP y se hundió ella. En el fondo Rajoy, Cospedal, Gallardón, Botella y Cifuentes tienen que sentir un regusto de satisfacción, sino fuera porque el PP ha perdido 2,5 millones de votos en toda España. Pero hay un dato muy doloroso para la 'lideresa', Cristina Cifuentes sacó 5.211 votos más que ella en Madrid capital. Que le votaran más a Cifuentes que a ella es la prueba del algodón de que su estrella se apaga.

Peleará por el control del PP madrileño
Esperanza Aguirre compareció en la noche electoral para decir que el PP había ganado las elecciones en Madrid capital pero su cara era el mensaje. Afirmó que seguirá aunque sea como líder de la oposición, lo que obliga a preguntarse por qué una mujer con más de 60 años, 30 en la política, que ya dijo en 2012 que dejaba la política pero no lo hizo (dejó la Presidencia de la Comunidad pero no del PP), está dispuesta a estar en la oposición, papel que desconoce desde hace décadas. La respuesta no puede ser otra que el control por el poder en el PP madrileño, clave para la guerra sucesoria que se abrirán en este partido a nivel nacional después de las elecciones generales.