En la apertura de la X Legislatura de nuestra democracia se ha anunciado que las infantas no asistirán a la solemne sesión.

¿Por qué tiene que pagar una infanta justa por una pecadora?

Comprendo que resulte insoportable ver a la infanta Cristina inaugurando junto al jefe del Estado las Cortes Generales. Y no digamos si a su lado se sienta el duque de Palma, señor Urdangarin. Pero que porque un miembro de la familia real sea de dudosa moralidad se decida ocultar a otros familiares, es un error.

Hubiera sido mucho más clara la posición del rey si, en la apertura de las Cortes, la infanta Elena hubiera aparecido y no hubiera estado la infanta Cristina.

Los errores los pagan las personas no las estirpes. Por ese camino que ahora se va a representar me temo que podemos tener condenas colectivas a la familia real cada dos por tres. Ese no es el camino ejemplarizante: muy al contrario; si hay sangre azul honesta, que por ahí ande; si hay sangre azul con gotas de delincuencia, mejor apartarla. Pero nunca mezclar sangres.

La infanta Elena debería estar en la tribuna del Congreso en la sesión de apertura de la X Legislatura: ella no tiene nada que ver con los errores de un pariente cercano.

El rey ha criticado a un pariente que no ha sido ejemplar. ¿Por qué no subraya que tiene otros que sí lo son?

¡Qué poco sabemos todavía de monarquía! ¡Qué importante va a ser aprender rápido la asignatura, para que la institución no se marche de nuestra vida por torpezas y no por ideologías!