Podemos está offside. Es habitual que los líderes políticos pierdan presencia mediática en los meses de verano para disfrutar de las vacaciones. Los partidos quedan en manos de los número dos, que no dejan de ser primeras espadas, pero no son el rostro de la formación. Esto provoca, irremediablemente, una pérdida de fuelle al partido, pero no suele ser preocupante puesto que el resto de fuerzas se mueven en la misma tónica. Sin embargo, la situación en Podemos es bien distinta. Los morados llevan meses con sus principales líderes de baja por el nacimiento prematuro de sus mellizos y el partido quedó sumido en un letargo que se aplaza sine die ya que se desconoce cuándo volverán a escena.

En septiembre arrancará oficialmente el curso político y la duda es si Pablo Iglesias o Irene Montero barajan regresar antes de lo previsto ante el desgaste de Podemos, que ha perdido presencia por la ausencia de su secretario general y su portavoz parlamentaria.

Según fuentes de Podemos consultadas por ElPlural.com, se ignora si Iglesias o Montero regresarán en septiembre o si su reaparición tendrá que esperar.

A principios de julio Montero dio a luz a los seis meses de embarazo. Todos los deseos se focalizaban entonces en la salud de los mellizos, pero inevitablemente asaltaba la duda: ¿Cuánto tiempo dejarían la primera línea de la política y quién les sustituirá? Los parlamentarios no tienen un permiso oficial de paternidad y maternidad ya que sus actividades no se desarrollan en el marco del Estatuto de los Trabajadores. No obstante, teniendo en cuenta la posición del partido en cuanto a permisos de paternidad y maternidad se refiere, se podía augurar que tanto Iglesias como Montero estarían alejados de la primera línea varias semanas.

Las semanas pasaron y Podemos ya suma dos meses sin convocar el Consejo Ciudadano Estatal, no así el Consejo de Coordinación que se ha reunido periódicamente cada lunes, como es habitual. El partido quedó en manos de Pablo Echenique y Noelia Vera. El secretario de Organización tomó las riendas del partido a nivel orgánico mientras que la portavoz adjunta en el Congreso pilota la actividad parlamentaria. Ambos son rostros mediáticos, muy conocidos, reconocibles, auténticos espadachines políticos. Pero no son Pablo e Irene.

Podemos perdía a sus líderes en un momento crucial: con Sánchez ya asentado en el Gobierno y subiendo en las encuestas por el efecto luna de miel y el PP sumido en un cambio de liderazgo sin precedentes. La estrategia de los morados dio un vuelco. Con el PSOE gobernando la consigna estaba clara: aprovechar la aritmética parlamentaria para arrancar compromisos al Ejecutivo que supusieran victorias para el partido. Así, se apuntaron los tantos de la ley de eutanasia, el aumento de los permisos de paternidad… Pero desde su baja han dejado de marcar agenda.

Cuándo volverán es una incógnita. El partido está sufriendo, pero su ausencia está más que justificada. Ambos están focalizados en lo más importante, la salud de sus hijos. El resto puede esperar.