El pasado 19 de febrero, Francisco José Alcaraz se convirtió en el primer senador de Vox. La Cámara Alta ha sido el último destino vital de un hombre que en poco más de una década ha pasado del anonimato más absoluto a convertirse en uno de los rostros más conocidos del partido de extrema derecha que, debido a su ascenso en las encuestas, amenaza con condicionar la gobernabilidad del país. Por este puesto Alcaraz se ha embolsado una retribución de 8.822,52 euros, a través de la paga prevista por la disolución de las Cortes.

Muy pocos de sus paisanos de Torredelcampo -la pequeña localidad de la que es natural el senador de Vox-, hubiesen apostado porque Alcaraz, el peluquero del pueblo, acabaría de senador. Antes de convertirse en parlamentario nacional y ariete de la derecha mediática gracias a las movilizaciones que protagonizó contra el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero desde la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), el ahora senador de la extrema derecha ejerció oficios muy diversos y abrazó varias confesiones que, a priori, no comulgan en exceso con los ideales de Vox.

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La empresa del hoy senador de la formación ultraderechista, bajo el nombre de Moncaraz SL, se constituyó en 1997 y se mantuvo hasta 2009. Primero ejerció de  peluquero y, posteriormente, con el diploma de tricólogo bajo el brazo, regentó un centro de tratamiento capilar en Torredonjimeno (Jaén) y otro en Málaga.

Según consta en la denominación social de la propia sociedad, el objeto social de la empresa era la “compra, venta, fabricación, producción, comercialización, importación y exportación de todo tipo de productos y fórmulas químicas y cosméticas y sus accesorios”. Ahora bien, el pasado del político de Vox tiene escritos más capítulos.

Testigo de Jehová y de la Iglesia Evangélica

“Aunque soñó con ser veterinario, pronto se decidió por la peluquería y la estética (…) Se hizo testigo de Jehová. Sus padres eran católicos, trabajadores y más bien de izquierdas, pero él abrazó su nueva fe con tanto ahínco -un rasgo de su carácter que conserva intacto- que se dedicó a vender biblias y a hacer apostolado entre sus vecinos, quienes, no obstante, pronto advirtieron que Francisco José se alejaba de los Testigos de Jehová para pasarse a la iglesia Evangélica. No tardó en darse cuenta de que tampoco allí estaba el camino”, explica el periodista Pablo Ordaz.

‘Desengaños religiosos’ en cadena que Alcaraz no tuvo reparos en comentar en público: "Me fui porque puedo coincidir con muchas ideas de católicos, mormones o testigos, pero si te encierras en una religión coartan tu libertad. Y la libertad también se pierde cuando uno pertenece a un partido, cuando uno defiende una ideología. Al definirse de izquierdas o de derechas, uno ya está perdiendo libertad", dijo. 

Ildefonso Olmedo y Paco Rego, en un artículo publicado en el diario El Mundo el 10 de julio de 2005, explicaban así el ‘viaje religioso’ del hoy senador de Vox: “Apóstol de Jehová, vendía biblias casa por casa (en los ochenta). De aquellos años Alcaraz lo que más recuerda era su hambre de Biblia. Llegado el momento (1985), abrazó la insumisión a la mili, entonces bandera de los más contestatarios y antisistema. Pero él lo hizo por motivos bien diferentes: por ser testigo de Jehová. Poco después, cambió de iglesia. El de Torredonjimeno se fue a la Evangélica. Hoy no le convence del todo ninguna”.

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“Obstinado, obcecado, de escasa formación…”

“Ha cosechado tantos adjetivos que resulta difícil atinar con el retrato verdadero del humilde peluquero que llegó a sacar a la calle a cientos de miles de personas contra el triunfante ZP. Obstinado, obcecado, de escasa formación, humilde, honesto, déspota, vanidoso, sencillo, medrador, peleón... y así hasta un extremo y otro”, sentenciaban Olmedo y Rego en el artículo titulado La Hazaña del peluquero.