La Investidura de María Chivite como presidenta autonómica en Navarra parece cerrada. El acuerdo está sellado entre los socialistas, Unidas Podemos, Geroa Bai e Izquierda-Ezquerra.

El Parlamento de Navarra ha fijado para el jueves y viernes de esta semana el debate de investidura de la candidata del PSN como presidenta del Gobierno foral, tras la ronda de consultas que ha realizado este lunes Unai Hualde, presidente del parlamento navarro, con todos los grupos.

Al acuerdo conformado por los partidos previamente mencionados, únicamente le faltaba la abstención de EH Bildu. Los diputados de la izquierda abertzale son necesarios para que Chivite logre revalidar para el PSOE una región que no ha sido gobernada por los del puño y la rosa desde hace 14 años.

Por ello, la formación ha sometido la decisión a sus bases este martes. El pasado lunes, la portavoz Bakartxo Ruiz alegó tener “razones muy legítimas para votar que no y también para la abstención”. Sin embargo, al igual que el partido a nivel nacional, los votantes han decidido facilitar un gobierno de izquierdas que se aleje de las políticas de una derecha que no ha dudado en arremeter contra este pacto sin medias tintas.

La estrategia de la derecha: Bildu como contrapunto de Vox

Para Albert Rivera, la demostración definitiva de los socios escogidos por el “plan Sánchez” para su “banda”. Para Pablo Casado, la constatación de que el PSOE “además de con los radicales de Podemos también pacta con los abertzales, con los herederos de Batasuna”. “Una vergüenza para las víctimas del terrorismo”, ha sentenciado.

ETA, Batasuna, herederos del terrorismo y un sinfín de argumentos ya guardados en el argumentario de la derecha para arremeter contra EH Bildu y el PSOE por valerse de su abstención (no de un pacto como tratad de decir) para gobernar. Sin embargo, como bien defendió Mertxe Aizpurua en la Sesión de Investidura de Pedro Sánchez, el PP también se ha valido de los apoyos de su formación cuando la aritmética lo requería.

Silencio selectivo y crítica feroz para que, finalmente, los pactos con Vox se diluyan y la extrema derecha se legitime al amparo de encontrar un nuevo enemigo único.