El escrito estaba rubricado por prohombres del Régimen, como Alberto Martín Artajo, el Sr. Conde de Ruiseñada, Rafael Calvo Serer, Miguel Mateu Pla, el general Álvarez de Rentaría, Raimundo Fernández Cuesta, Claudio Colomer Marqués, Blas Pérez González, Eduardo Aunós, Suanzes, Areilza, José Félix de Lequerica, Vicente Marrero y Fernando María Castiella “en representación de los ministros del Gobierno.”
Cristianos caballeros
Estos cristianos caballeros –dos de los cuales años más tarde, por cierto, se cambiaron de bando- se conjuraron para “pedir el capelo cardenalicio para Francisco Franco Bahamonde por los grandes servicios que durante veinte años ha prestado a la Iglesia.” “Nada más justo, nada más equitativo que este premio a otorgar al hombre que, sin ser sacerdote, mayores servicios ha prestado a la Santa Iglesia”. Franco es “uno de los dos o tres más preclaros seglares que jamás la hayan servido [a la Iglesia] en todos los tiempos”.
Constantino y Carlomagno
Dementes argumentos: “Porque, en verdad, que desde Constantino el Grande y Carlomagno, nunca soberano alguno (…), nunca hombre ninguno hizo tanto por la Iglesia católica como el glorioso Francisco Franco, el hombre que ha restituido España a Dios y Dios a España, reparando así la más grosera y odiosa paradoja histórica cometida por los regímenes anteriores: la de una España sin Dios ni Fe.
Gobernante providencial
Delirantes argumentos: “La Divina Providencia, según confesión del propio Caudillo a un redactor de la Agencia EFE, le ha venido asistiendo de manera especial y, de hecho milagrosa, a lo largo de su extraordinaria y preciosa existencia. Esta especial protección de lo Alto, hace realmente de Franco un gobernante providencial, directamente señalado por el dedo de Dios para regir el más católico y fiel de los pueblos.”
Como el duque de Lerma o Mazarino
Reconocían los integrantes de la iniciativa que el Código Canónico impedia a los que no son sacerdotes que fueran cardenales. Pero solicitaban una excepción y añadían: “Si hubo seglares que ostentaron la sagrada púrpura, como el cardenal infante don Fernando de Austria, el duque de Lerma o Mazarino, por ejemplo entre muchos, ¿no es infinitamente más digno de tal honor nuestro católico Caudillo, que tanto y tanto ha hecho por la Santa Iglesia?
Señalado con el dedo de Dios
Prietas las filas, proclaman: “¡Sí, mil veces sí! (…) España, martillo de herejes, tiene en Franco el gobernante excepcional que su íntimo, su congénito catolicismo estaba esperando desde centurias, el que ha arrasado de cuajo las herejías del liberalismo y la masonería. No en vano (…) el Sr. Carrero Blanco, hablando antes las Cortes (…) lo dijo en frase lapidaria, en expresión que debería ser grabada en mármoles y bronces en todas las ciudades y pueblos de España: “El Caudillo es uno de estos regalos que la Providencia hace tres o cuatro siglos a un pueblo para premiarle los sacrificios que ha hecho por Dios (…) Centinela de Occidente, verdadero defensor de la Fe, hombre de la Providencia, señalado con el dedo de Dios para regir al pueblo escogido”.
Cristianos caballeros
Estos cristianos caballeros –dos de los cuales años más tarde, por cierto, se cambiaron de bando- se conjuraron para “pedir el capelo cardenalicio para Francisco Franco Bahamonde por los grandes servicios que durante veinte años ha prestado a la Iglesia.” “Nada más justo, nada más equitativo que este premio a otorgar al hombre que, sin ser sacerdote, mayores servicios ha prestado a la Santa Iglesia”. Franco es “uno de los dos o tres más preclaros seglares que jamás la hayan servido [a la Iglesia] en todos los tiempos”.
Constantino y Carlomagno
Dementes argumentos: “Porque, en verdad, que desde Constantino el Grande y Carlomagno, nunca soberano alguno (…), nunca hombre ninguno hizo tanto por la Iglesia católica como el glorioso Francisco Franco, el hombre que ha restituido España a Dios y Dios a España, reparando así la más grosera y odiosa paradoja histórica cometida por los regímenes anteriores: la de una España sin Dios ni Fe.
Gobernante providencial
Delirantes argumentos: “La Divina Providencia, según confesión del propio Caudillo a un redactor de la Agencia EFE, le ha venido asistiendo de manera especial y, de hecho milagrosa, a lo largo de su extraordinaria y preciosa existencia. Esta especial protección de lo Alto, hace realmente de Franco un gobernante providencial, directamente señalado por el dedo de Dios para regir el más católico y fiel de los pueblos.”
Como el duque de Lerma o Mazarino
Reconocían los integrantes de la iniciativa que el Código Canónico impedia a los que no son sacerdotes que fueran cardenales. Pero solicitaban una excepción y añadían: “Si hubo seglares que ostentaron la sagrada púrpura, como el cardenal infante don Fernando de Austria, el duque de Lerma o Mazarino, por ejemplo entre muchos, ¿no es infinitamente más digno de tal honor nuestro católico Caudillo, que tanto y tanto ha hecho por la Santa Iglesia?
Señalado con el dedo de Dios
Prietas las filas, proclaman: “¡Sí, mil veces sí! (…) España, martillo de herejes, tiene en Franco el gobernante excepcional que su íntimo, su congénito catolicismo estaba esperando desde centurias, el que ha arrasado de cuajo las herejías del liberalismo y la masonería. No en vano (…) el Sr. Carrero Blanco, hablando antes las Cortes (…) lo dijo en frase lapidaria, en expresión que debería ser grabada en mármoles y bronces en todas las ciudades y pueblos de España: “El Caudillo es uno de estos regalos que la Providencia hace tres o cuatro siglos a un pueblo para premiarle los sacrificios que ha hecho por Dios (…) Centinela de Occidente, verdadero defensor de la Fe, hombre de la Providencia, señalado con el dedo de Dios para regir al pueblo escogido”.