Este viernes, los 24 diputados de Vox han acudido al Congreso de los Diputados para recoger su acta y formalizar su condición refrendada por las elecciones del pasado 28 de abril. La extrema derecha ha posado ante los leones de la entrada que, simbólicamente, protegen la entrada de las Cortes. Sin embargo, más allá de simbología, puesta de largo y algún que otro momento anecdótico -ha querido la casualidad que la formación se cruzara con Pablo Iglesias en el ascensor de la Cámara Baja-, Abascal se ha mostrado tajante frente a sus rivales.

Preguntado por el reparto de la Mesa del Congreso, el dirigente ha evidenciado su descontento después de que su equipo haya sido vetado y no se le haya incluido en el órgano rector de la Cámara: “Nosotros creemos que hemos sido votados por uno de cada nueve españoles. Teniendo en cuenta que hay nueve puestos (3 para el PSOE y 2 para PP, Cs y Podemos respectivamente) tiene bastante lógica que Vox estuviera representado”.

Ni su condición ultra ni los improperios vertidos en campaña a diestro y siniestro. El cordón sanitario que los socialistas tuvieron claro desde el principio es justificado por Abascal como la demostración del “gran acuerdo del resto de partidos políticos, incluyendo a PP y Ciudadanos”. Ahora bien, la ultraderecha quiere tener un papel importante en la gobernabilidad del país y no quedar relegada a un papel residual.

Han avisado reiteradamente en Andalucía, donde sienten que sus dos socios de gobierno los utilizan sin tener en cuenta su opinión. Más allá de la liturgia y la pose frente a las cámaras que tanto daño ha causado a los que hacen bandera del centro-derecha, Vox no quiere convertirse en la muleta inquebrantable de sus homólogos populares y naranjas.

Por ello, tras la coreografía escenificada a medida que bajaban la Carrera de San Jerónimo, Abascal tenía meridiano el mensaje que quería lanzar: “Aquellos que están decididos en que nos tienen que vetar y que no obtengamos representación, son los mismos que luego necesitarán que apoyemos los presupuestos en Andalucía, para la investidura en algunos ayuntamientos y en algunas comunidades, si es que no se desploman como ya hicieron en las elecciones generales”.

En un ambiente enrarecido por la debacle de las urnas, PP y Ciudadanos tratan de encontrar la senda de la cordura perdida en Colón. Pero Vox no miente y advierte: si no es con ellos, será mucho más complicado.