En 1974 el régimen franquista, al igual que el dictador, daba sus últimas boqueadas. El 20 de diciembre del año anterior, ETA había asesinado al penúltimo Presidente del Gobierno nombrado por Franco, el almirante Luis Carrero Blanco, lo que fue percibido por las instituciones franquistas como un signo de que sus adversarios les percibían débiles y también como la señal de que la continuidad de la dictadura estaba en serio peligro. 

En ese ambiente se juzga al militante anarquista Salvador Puig Antich por el asesinato del policía Francisco Anguas Barragán, al que habría tiroteado mientras éste intentaba su detención junto a otros tres policías. Puig Antich pertenía al MIL (Movimiento Ibérico de Liberación), un grupo armado que atracaba sucursales bancarias con armas y explosivos y que destinaba su botín a publicar revistas y panfletos contra el régimen franquista. 

Un método medieval de ejecución

Puig Antich fue juzgado en un consejo de guerra plagado de irregularidades, en el que ni siquiera se permitió acceder a la autopsia del cuerpo del subinspector Anguas Barragán y donde la condena a muerte ya se suponía decidida de antemano. El método de ejecución elegido fue el del garrote vil. Este método consiste en un asiento con un tornillo grueso detrás de la nuca del ejecutado, cuyo cuello está sujeto por un collarín de hierro a la altura de la garganta. El verdugo gira el tornillo hasta que éste, en teoría, rompe limpiamente las vértebras cervicales y el reo muere en el acto. La práctica siempre era algo más escabrosa. Para que la ejecución fuera "limpia", el verdugo debía hacer el giro con fuerza y decisión para romper con rapidez el cuello del condenado. En la realidad, los verdugos del franquismo asistían a las ejecuciones bajo la influencia del alcohol o de calmantes y las ejecuciones se prolongaban hasta media hora de angustiosas convulsiones y torpes giros de la rueda del tornillo, hasta que la víctima moría por estrangulación.

El garrote se usaba en España desde la Edad Media porque se suponía "más humanitario y digno" que el ahorcamiento. 

De nada sirvió la presión internacional

La ejecución se programó para el 2 de marzo de 1974, junto a la del delincuente aleman Georg Michael Welzel -conocido como Heinz Chez-, que había asesinado a un Guardia Civil con una escopeta de caza robada y sin motivo aparente. Y aunque se sucedieron las protestas internaciones y las peticiones de clemencia, las personas cercanas a Puig Antich sostienen que los partidos democráticos en el exilio protestaron con cierta tibieza, puede que debido a la militancia anarquista del joven condenado o a su condición de "atracador de bancos".

Fueron las dos últimas personas en morir ejecutadas por garrote vil, en España y en la historia. Sólo 4 años después, en 1978, la Constitución abolía la pena de muerte.