Alfonso Sánchez, actor en títulos como Ocho Apellidos Vascos o El mundo es nuestro, dirige Pendaripen, un documental dedicado a la historia del pueblo gitano y su identidad, marcada durante siglos por la persecución sistemática. Con guión de Eva Montoya, la pieza ha sido presentada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, y que esta  

Pendaripen funciona, especialmente durante su primera mitad, casi como guía didáctica e histórica. La narrativa se remonta a los orígenes del pueblo gitano, en la India, y bajo la voz de Lolita Flores, colaboradora del documental como narradora, el espectador viaja por todo el periplo nómada de esta comunidad en orden cronológico hasta su llegada a la Península Ibérica, alrededor del año 1400, haciendo así un repaso de su hostigamiento y ahondando en las explicaciones históricas y sociológicas para dar respuesta a la idiosincrasia del pueblo gitano. 

El documental trata de ser una especie de termómetro de esta población, ideado para que el público conozca de primera mano las raíces y aportaciones gitanas, especialmente en España, contra los prejuicios y discursos subjetivos que el poder ha erigido durante siglos sobre este pueblo.

Dedicada a combatir prejuicios

Quizá uno de los mayores puntos de valor, tal y como resaltaba su guionista durante la proyección del documental en Sevilla, es que han sido “profesionales gitanos los que han contado esta historia”, en contra de otros proyectos audiovisuales donde son otros los que narran ópticas ajenas.  “Es raro ver que una minoría narre su propia historia”, hacía hincapié Montoya sobre este aspecto. Entre los colaboradores del documental, se encontraban profesionales de distinto corte como políticos, abogados o activistas que ponían en valor las aportaciones del pueblo gitano además de recordar una historia desconocida para el público general. 

El documental, radicado en la memoria y la identidaed, pretende corregir en el espectador “ese sesgo racial” que la sociedad aún posee contra los y las gitanas, a quienes, según comentaba el propio director, “se ha oprimido, mantenido a margen y después, reprochado su supuesta falta de integración”. La pieza señala especialmente este último punto, donde se culpa a los y las gitanas de su propio aislamiento histórico, “como si fuéramos un pueblo primitivo que prefiere no ocupar el espacio principal”, explicaba Ismael Cortés, exdiputado de Podemos, analista político y también colaborador en Pendaripen

La pieza de Sánchez y Montoya se distingue por una propuesta híbrida que integra entrevistas, animación, material de archivo, ilustraciones de creadoras gitanas actuales y recreaciones documentales, recursos que amplían la dimensión estética de su narración. De esta manera, las diferentes declaraciones van construyendo un relato alternativo y propio sobre el pueblo gitano, en contraposición a los prejuicios extendidos y desconocimiento generalizado. Su llegada a las salas nacionales representa un gesto relevante en el contexto nacional, donde los largometrajes centrados en la memoria del pueblo gitano han sido poco frecuentes. La película busca llenar ese vacío y, al mismo tiempo, impulsar una conversación casi ausente en el ámbito cinematográfico: cómo contar una historia que ha sido sistemáticamente silenciada.

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