No forman parte del espectáculo pero son los centinelas del templo, la primera persona que, parapetada tras el cristal, nos recibe al llegar al cine, al teatro o a un concierto. Y su misión no se limita a la fría tarea de expedir una entrada: no solo nos ubican en el mejor asiento, sino que a veces ejercen de prescriptores culturales, y pueden incluso resultar clave para que un espectador se decida a entrar a ver la función. Hablamos de los taquilleros de la industria cultural, una figura que, sin embargo, parece abocada a desaparecer.Son gente del mundo del espectáculo, pero aunque su profesión no esté exenta de romanticismo, no se le suele conceder ningún halo de glamour. Y eso que a menudo se codean con los artistas, y hasta los ven en sus horas más bajas y les espantan a los fans. La figura del taquillero clásico es similar a la de un farmacéutico, sobre todo en ciudades pequeñas. Conocen a la gente que va habitualmente al cine, se quedan con sus gustos, y les recomiendan la película que más les encaje.Sin embargo, estamos encaminándonos a tener taquilleros multifuncionales, a un servicio integrado. De tal modo, incluso en las multisalas de cine, la persona que te vende la entrada es la misma que la que te la rompe después, te hace las palomitas, te acomoda en tu butaca y tal vez también activa la proyección y el sonido. Esto, con las complicaciones que tiene hacer tantas cosas a la vez.
La venta electrónica se impone
La amenaza que se ciñe sobre la profesión de taquillero es triple: por un lado, padece la crisis económica, que, por ejemplo en España, ha causado un descenso en la afluencia del público a las salas de espectáculos, cine y teatro en un 27,7% entre 2008 a 2014, según el
II Informe sobre el Estado de la Cultura en España de la
Fundación Alternativas; por otro, los afecta el comercio electrónico, y en último lugar, el impulso de la robótica. Y eso que la industria cultural, a la que pertenece el gremio, no es un sector manco en cuestión de empleo.Según datos de la
Agrupación Europea de Sociedades de Autores y Compositores (GESAC), mientras que las Telecomunicaciones dan trabajo a 1,2 millones de personas en la Unión Europea, la Cultura hace lo propio con más de siete millones. En España, el sector cultural (cine, música, videojuegos y vídeo) da trabajo a 457.600 personas, un 2,6% del empleo nacional, de acuerdo con las cifras de la
Coalición de Creadores. La de taquillero es una profesión en extinción.Y lo que es más importante, en el sector del ocio y el entretenimiento en España, de acuerdo con los datos ofrecidos por
Onebox, empresa que desarrolla tecnología para la comercialización de espectáculos y actividades de ocio, la venta de entradas por Internet crece al galope: en 2013 suponían el 69% frente a un 31% de las ventas en taquilla, pero en 2014 ya representó el 84% del total de las que se vendieron, frente a un 16% de ventas que se efectuaron en taquilla.El estudio revela además que el sábado es el día en que se registran más ventas (el 25,1%), seguido de los viernes (14,5%), mientras que el lunes resulta ser el día con menor número de entradas vendidas. Además, en la época estival disminuye considerablemente el trasiego de venta; julio (5,4%) y agosto (5,5%) son los meses que registran valores más bajos, frente a abril (16,4%) y diciembre (12%), los meses en los que los consumidores compraron más, coincidiendo con los períodos de Semana Santa y Navidad, respectivamente.
Las de cine, las que más se mantienen
Si nos fijamos en el perfil del usuario, el comprador de entradas online tiene entre 35 y 40 años de media, y se gasta aproximadamente 23,5 euros por ticket, lo que hace pensar que limita sus compras a teatro o espectáculos, mientras que las entradas de cine, que tienen un precio inferior, las compra en la taquilla, tomando
in situ la decisión de qué película ver.
Las promociones y comentarios online, ayudan
La comodidad y la previsión parecen ser las motivaciones fundamentales para comprar las entradas desde casa. Pero hay más. Los propios teatros favorecen la compra online, a través de su propia web o de portales como Atrápalo, Entradas.com, Ticketmaster, etc. El potencial público asume que vía online va a ser más barato que en taquilla, y además una mayor antelación vendrá acompañada de un mayor descuento, como cuando compramos un billete de avión o reservamos una habitación de hotel. También son clave las opiniones y recomendaciones vertidas por otros usuarios, pues se presuponen más auténticas y fiables que las de los medios de comunicación. Hay ciertos portales que ofrecen valoraciones del público de la obra, y en parte algo influye a la hora de decidirse por adquirir una entrada para un determinado espectáculo.
La amenaza de la robótica
El 'sayonara' a los taquilleros amenaza también desde la robótica. Aun comprado la entrada en el propio teatro, el espectador puede evitar el contacto humano, gracias a las máquinas expendedoras, que poco a poco y en silencio, desde su creación allá por la Revolución Industrial, han ido ganando terreno a los trabajadores de carne y hueso.
“La menor variación de temperatura, presión atmosférica, humedad o intensidad de radiación afecta a vuestra eficiencia. Sois alterables. Yo, por el contrario, soy un producto acabado", espetaba a un humano el robot QT-1 Cutie en
Yo, robot, de Isaac Asimov.Hace tiempo que la ciencia y la ficción vienen advirtiéndonos de que en las próximas décadas muchas profesiones pueden irse para no volver, sustituidas por la robótica y la Inteligencia Artificial. Si en los dos últimos siglos la mano de obra sucumbió ante las máquinas en el sector agropecuario y el industrial, ahora es el sector terciario o servicios el que está en la cuerda floja. La consultora
Forrester publicó el pasado mes septiembre el estudio
The future of jobs, 2025: working side by side with robots, indicando que se podrán perder 22,7 millones de empleos en la próxima década sólo en Estados Unidos, aunque la pérdida se compensará en parte con la creación de unos trece millones de puestos nacidos de la robotización.
Una profesión sin vocaciones
La lucha vocacional no acompaña en este ocaso. Los taquilleros, en general, no tienen intención de serlo de por vida, aunque no es una profesión donde haya temporalidad, y de hecho hay mucha gente que lleva años en sus puestos: por lo general, en los trabajos en los que hay que manipular dinero, hay poca temporalidad, se busca a personas de confianza. Y que su escasa actividad sindical como colectivo no nos engañe: las condiciones laborales del taquillero no son un camino de rosas. Es muy difícil conciliar la vida laboral y personal, hande de estar en taquilla en días festivos como Navidad o Semana Santa, abren a las dos y media de la tarde, hay taquilleros que tienen jornada partida… Y esto no siempre está compensando económicamente. Además, hay momentos de muchos estrés, con aglomeraciones de gente para comprar, y lo que es peor: si se equivocan con las cuentas, no suelen tener un seguro de responsabilidad que los cubra.Así las cosas, el futuro, el contacto humano será un lujo. En Amazon ya tenemos la opción de chatear con alguien sobre tu compra. Es el lado más salvaje del capitalismo, que quiere ahorrar costes caiga quien caiga. Habrá que pensar si es el modelo que queremos para nuestros shows. Quizá el espectáculo empieza en la taquilla. Quizá deberíamos cuidar el servicio en taquilla desde el principio. A la hora de comprar la entrada, empezar ya a generar ese misterio de la representación