Este es el planteamiento de Sí importa el modo en que un hombre se hunde, Martín Circo Martín, profesor adjunto de Historia de la Economía gana un premio millonario, pero en especie, y emprende un camino tortuoso para sufragar los gastos que le ocasiona su repentina riqueza. Es una novela divertida, ácida, irónica e inquietante por lo bien que nos retrata y nos explica cómo todo (absolutamente todo) en lo que creemos es inexacto, es decir, mentira.

 

Es el año 2007, el siglo XXI se abre para nosotros y somos asquerosamente ricos. Inmoral e injustificadamente ricos. Indecentemente ricos. Y no sabemos pilotar una avioneta.

 

 

¿Te suena el argumento?

 

 

Tuve la suerte de ver Concursante cuando se estrenó. Me pasé un tiempo recomendándola, sin entender muy bien por qué no la conocía todo el mundo, por qué no era inmediatamente una película de culto, por qué no era de visionado obligatorio en los institutos. Luego llegó Buried y todo el mundo corrió mi misma suerte. Lo que no sabíamos era que Concursante no era sólo una película. Siete años después de su estreno, después de Buried y Hollywood y Red Ligths y Robert de Niro, la editorial Delirio publica la novela "complementaria" a Concursante. Tal y como explica el autor:

 

 

Si bien Concursante se estrenó varios años antes de que Sí importa... se publicara, no existió antes de él. Ni después tampoco. La novela que tienen en sus manos nace, en cierto modo, del primer borrador del guión: un legajo de 185 páginas que acabó reducido a las 90 que la ley exige. Mientras reestructuraba el libreto, acortaba diálogos y exiliaba personajes, escribía por las noches una novela que hacía menos gravosa la poda y me permitía avanzar sin remordimientos. Novela y guión se concluyeron al tiempo, compartiendo cromosomas, aunque no duración ni traje.

 

 

Los que leemos Sí importa... tras haber visto Concursante, escuchamos a Martín hablando con acento argentino, podemos ver el tablero de ajedrez mientras leemos el monólogo de Edmundo y sobre todo no podemos dejar de ver a Luis Zahora maldiciendo cada vez que Pizarro abre la boca. Sin embargo, en la novela Martín es más cinico, más amargo. Los diálogos por escrito resultan brillantes, rítmicos, ágiles; el humor de Cortés, con sus toques absurdos, resulta aún más delirante (disfrutarás la escena de la madre de Edmundo y el mando a distancia como si fuera la primera vez). Los personajes están perfectamente dibujados y caminan solos, hay algunos que no conocíamos, y metáforas, diálogos... el mismo universo de Concursante pero más amplio y profundo.

 

 

 

 

"Cuando una persona se relaciona con el banco tiene que tener claro que va a salir perdiendo, como cuando va al casino. Está trucado. Así es como funciona."

 

 

 

Tal vez sea porque los lectores que ya éramos antes espectadores sabemos (Edmundo nos lo enseñó) que Martín no puede ganar, pero mientras en la película esperas la redención contra todo pronóstico, leer la novela es un salto al vacío, un crescendo permanente de ascención y caída, una montaña rusa averiada en la que sabes que no puedes hacer nada ya, más que disfrutar de esos segundos antes del golpe.

 

 

Si no has visto Concursante tienes que leer esta novela. Y luego, ver Concursante.
Si has visto Concursante tienes que leer esta novela. Y luego, ver de nuevo Concursante.

 

 

Entenderás entonces que esto no es una novela inspirada en un guión, ni aquella una película basada en una novela. Estamos ante un artefacto complejo y bicéfalo. Se entiende una sin la otra, claro, pero juntas suman sin repetirse, formando un discurso completo y clarividente.

 

 

El mayor interés de los bancos es que no les paguen para poder quedarse con los bienes concretos: traten de devolver un crédito antes de tiempo, a ver qué cara les ponen. El banco les reclama sus casas, sus coches, sus muebles. Pero solo arriesga promesas. Eso son los créditos, intercambios de promesas; Crédito viene de credere, es latín. Creer. Ustedes le creen al banco, claro. ¿Les cree el banco a ustedes? ¿Por qué las principales entidades nunca salen afectadas por los ciclos, incluso ganan más? Se diría que los anticipan. ¿Tienen una enorme bola de cristal o saben cómo crearlos? No es difícil estar preparado cuando uno es la causa de todo (...) 

 

 

Imagina ahora que vives en un país en el que dan las hipotecas con los packs de cuatro yogures. Y además te dan una propina para que la amuebles, para que te compres un coche, para que te vayas de vacaciones. Eres un ciudadano afortunado. Pero las hipotecas, tarde o temprano, hay que pagarlas. La culpa es tuya, claro, a quién se le ocurre concursar.

 

 

–Bien... Así están las cosas... Es evidente que ha llegado a la recta final, señor Circo. No le quedan recursos. Así que sea usted bienvenido. Comienza el verdadero concurso.

 

 

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Sí importa el modo en que un hombre se hunde, Rodrigo Cortés. Editorial Delirio.

*Rodrigo Cortés estará el sábado 22 a las 20.30 en el Festival Eñe hablando de cine y literatura con Ignacio Martínez de Pisón.