Al terminar de leer Ser gato (Altamarea ediciones, 2021), el nuevo y asombroso trabajo de Edgar Borges, queda la impresión de que las certezas que nos sostenían se tambalean. No cabe duda de que estamos ante un texto imprescindible porque, como ocurre con todos los grandes textos, nuestra noción de la realidad se trastoca y la mirada se despeja para que volvamos a contemplar las cosas sin imposiciones ajenas, como lo haría, precisamente, un gato, de ahí el título del libro.

"Edgar Borges encontró la forma perfecta para narrar el desorden que nos rodea"

Leyendo el texto, pensaba continuamente en la idea de que todas las obras literarias importantes inventan una forma nueva, y cada fragmento que compone este breve libro me reforzaba la impresión de que Edgar Borges encontró la forma perfecta para narrar el desorden que nos rodea, para contemplar, por medio del lenguaje, la compleja “arquitectura del caos”, como afirma el narrador en un momento. Es cierto que la naturaleza de Ser gato es escurridiza, y que, en su constante búsqueda de libertad, es una obra que escapa a cualquier clasificación definitiva. Hay elementos de poesía, de relato, de libro de aforismos, de filosofía, de chistes, de letras de canciones y mucho más. Mención aparte merecen las bellísimas ilustraciones de Fría Aguilar, que le dan una textura visual muy rica a los temas que explora el libro. Pero me parece que reducir Ser gato a una definición categórica sería asfixiar un texto que busca precisamente lo contrario. Lo que se puede afirmar, sin menoscabar las virtudes de este hermoso libro, tan sui géneris, es que en sus páginas la literatura se condensa en su expresión más primaria, como si se hubiera destilado su esencia. En este aspecto, se puede decir que Ser gato es un libro esencial, un libro como ningún otro, que no sigue ninguna moda y opera en los márgenes de la tradición.

"Ser gato es un tratado sobre los espacios establecidos y los espacios posibles, sobre los límites aprendidos y el potencial de la imaginación para liberarnos de ellos"

Liberados del artificio de la trama, los pequeños fragmentos que arman el libro no siguen una estructura lineal, sino que se mueven en saltos, libremente. Este es un asunto central, porque la forma del libro calca lo que el narrador añora: la liberación del orden establecido, de las líneas marcadas por otros. Edgar Borges entiende mejor que nadie que las estructuras de los otros pueden ser trampas y elige inventar espacios nuevos. Aunque no siempre es fácil, como nos recuerda el narrador en varios pasajes: “No, no soy gato; soy humano y tengo marcadas las zonas de movimiento (…) Te sales del cuadro y te marcan nuevas líneas; aprendes a saltar y te dibujan una cárcel”. Me parece que en el fondo, Ser gato es un tratado sobre los espacios establecidos y los espacios posibles, sobre los límites aprendidos y el potencial de la imaginación para liberarnos de ellos.

Esta tensión entre el encierro que nos impone el orden establecido y la posibilidad de imaginar nuevos mundos se resuelve en la metamorfosis, otro de los grandes temas del libro. Es evidente el cruce temático entre Ser gato y La transformación de Kafka, una de las influencias más visibles en la obra de Borges. Pero, mientras que en la obra de Kafka, Gergor Samsa termina degradándose hasta perecer por su transformación, el narrador de la obra de Borges no parece rendirse al estado de las cosas y la metamorfosis en gato funciona como una liberación. Claro que es una metamorfosis imaginaria, pero ese es precisamente el tema que atrae el peso de toda la obra de Borges, al menos a partir de La ciclista de las soluciones imaginarias: la imaginación es la llave que nos puede liberar de la prisión en que vivimos encerrados. “Quién pudiera dormir y despertarse gato”, anhela el narrador en otro instante. Y poco después: “Caer en tierra, y que de pronto un guardián de los espacios te susurre al oído: ‘Por mucho que te lo creas, no eres un maldito gato’”. Si leemos este fragmento con atención, se hace patente que el mismo título del libro es un desafío a esa negación. Borges parece decirnos que, a través de la imaginación y el lenguaje, la metamorfosis es posible y que la literatura siempre tiene el potencial de inventar espacios nuevos. Una muestra de esta convicción es lo que ocurre que hacia el final del libro: “aparece la chica de los saltos y la cárcel se convierte en bosque”.

“La belleza extraviada se asoma en las grietas cuando uno menos lo espera”. Al leer esta frase, me vino a la mente que en ella estaban contenidas todas las cualidades de este libro. Ser gato es justamente eso, un libro rebosante de belleza, de esa belleza extraviada que asoma en las grietas de nuestra convulsa realidad.