Cuando en Madrid en los años 90 comenzaba a vibrar la movida de clubes, luces y adrenalina, un joven llamado DJ Nano ya vislumbraba algo más que simple fiesta. Nacido como José Luis Garaña de los Cobos en enero de 1977, ese joven encarnaba una energía extraña para su edad: no era solo un amante del vinilo, sino alguien con alma de creador. Más de dos décadas después, esa chispa se transformó en un legado que sigue resonando con fuerza en la escena electrónica española.
Antes de que todo tuviera nombre
Madrid en los 80 no era aún la capital global del nightlife, pero estaba cambiando. Crecer en barrios como Moncloa dejó su huella, con calles llenas de vida y ecos de música en las esquinas. Fue allí donde un adolescente que escuchaba los primeros destellos del house, techno y trance empezó a soñar con otros mundos posibles, con mezclas, efectos, baile.
A los 17 años, Nano ya pinchaba en clubs locales, poco a poco forjándose un nombre en salas como Attica, New World o The Omen. Su carisma, su oído refinado y su entrega sobre la cabina le granjearon reconocimiento desde temprano.
Cuando la noche madrileña aprendió a bailar
Durante los años 90 y comienzos del siglo XXI, DJ Nano fue testigo, y artífice, del despertar de la electrónica en España. Lo que empezó como sesiones en salas madrileñas, pronto le valió residencias en clubs reconocidos, invitaciones a festivales y una reputación que trascendía las fronteras.
No tardó en convertirse en “uno de los grandes nombres de la electrónica nacional”. Su estilo, versátil, transitaba entre los estilos que escuchaba de niño, con una habilidad especial para leer al público y transportar a la pista hacia un clímax colectivo.
Pero fue su capacidad para reinventarse lo que consolidó su leyenda. Porque DJ Nano no quiso ser solo un DJ. Con cada mezcla, con cada himno, ofrecía un relato colectivo: juventud, nostalgia, comunidad.
Oro Viejo y la nostalgia como bandera
Si hay un proyecto que resume el espíritu de Nano ese es Oro Viejo. Nacido en los albores del siglo, esta fiesta se transformó en un fenómeno de culto: un viaje sonoro para recolectar himnos dance que marcaron generaciones. Hacer bailar a alguien hoy con los éxitos de los 90 y 2000 fue su apuesta, y la ganó.
Oro Viejo representa la nostalgia como motor vital de la comunidad: una manera de revivir lo que fue y compartirlo con quienes lo viven ahora. Con miles de asistentes en cada edición, el evento se ha convertido en un ritual para los amantes de la electrónica, que no solo buscan bailar, sino recordar.
De la pista al papel
Además, su inquietud creativa lo llevó a otro medio: la palabra. En 2021 publicó Al otro lado de la cabina, un libro autobiográfico en el que narra sus inicios, su visión de la escena y reflexiones sobre una industria en constante movimiento.
Y en 2024 dio un paso más: con Tokyo Madness!, un cómic que mezcla música, ficción y aventura, una prueba más de su versatilidad: de hacer bailar a contar historias.
Por si fuera poco, también ha trabajado en radio: actualmente dirige un espacio dedicado a la música electrónica en LOS40, donde comparte su visión con miles de oyentes.
Hoy, DJ Nano es más que un DJ: es un símbolo. Uno de los referentes que ayudaron a construir la cultura de la música electrónica en España. Su legado no solo se mide en horas pinchando, recintos abarrotados o éxitos producidos. Se mide en generaciones que crecieron con sus mezclas, en la nostalgia compartida de quienes reviven viejos himnos gracias a Oro Viejo, en la escena club que hoy se expande con orgullo, con raíces y con historia.
Es cierto: podría quedarse en anécdotas de clubs madrileños. Pero no lo hizo. Prefirió construir una narrativa más amplia, viajando en el tiempo y el espacio, en la memoria colectiva. Y lo logró.