La mirada de Denom esconde un siglo de experiencia. De su ojo izquierdo cae una lágrima de tinta. También un recordatorio: Don´t Cry (No llores). Debes haber llorado mucho para recordarte a ti mismo que no tienes que hacerlo. También esconde inteligencia, bondad y pillería. También pesar y purea. Empieza la conversación con ElPlural.com protagonizando un acto algo inusual y agradece al periodista que haya dedicado su tiempo a escuchar el disco y a los lectores por leer esta entrevista. Denom nos trae Kintsugi. Reconstruido y renacido, reflexiona generosamente sobre todo lo que gira alrededor del disco. Que son muchas cosas.

P: El Kintsugi es el arte japonés de reconstruir objetos con oro

R: Todo comenzó en una sesión en la que me llevé a varios productores a mi casa sin ninguna pretensión más allá de hacer música. Tras una semana, llevábamos 10 temas y nos dimos cuenta de que eran muy tristes e introspectivos. También percibimos un proceso de sanción. Entonces, el concepto fue generándose poco a poco y vimos que ahí había un álbum. Lo fuimos trabajando musicalmente, sumamos sonidos japoneses y la filosofía de Kintsugi nació por sí sola. 

P: ¿Cuál era tu relación con la cultura japonesa?

R: Estaba muy unido a ella porque una expareja me introdujo en ella. Sobre todo a través del cine y todas las películas de Estudio Ghibli. Tras la ruptura, me di cuenta de que todo eso que ella me había dejado, se mantenía en mí. Empecé a indagar y terminé por enamorarme de Japón y su cultura. Ese proceso también forma parte de la curación. Has formado parte de mi vida, he conseguido reparar y perdonar, y vi que Japón tenía que estar ahí.

P: ¿Qué fue lo que te destrozó?

R: El amor y el desamor. Me costó mucho superar esa etapa y primar los aspectos positivos frente a los negativos. Cuando fui capaz de hacerlo, decidí hurgar un poco más en la herida. 

P: Tienes tatuado ‘Don´t Cry’ debajo de uno de tus ojos. ¿Eso es por qué has llorado mucho?

R: La verdad es que algo he llorado, sí.

P: ¿Cuál ha sido el oro que te ha reconstruido?

R: La música. 

P: ¿Cómo surgió lo de irte a Japón?

R: Este año hemos decidido monta Stik Music, nuestro sello discográfico. Hemos conseguido crear una sinergia de trabajo muy guay y, tras crear la música, quisimos cuidar el arte. Hoy en día se gasta más en marketing que en el producto en sí y nosotros no queríamos eso. Por tanto, buscamos algo ambicioso y bonito. Nos reunimos con la productora Tsunami Mami y tras contarles el proyecto de que queríamos irnos a Japón, su director, Mario Abadía, me dijo que había pensado lo mismo tras escuchar el disco. También tengo muchos amigos tatuadores e indagando algunos ambientes oscuros pudimos llegar a La Yakuza.

P: Esto es bastante gordo

R: Es casi imposible tener acceso a ellos y conseguimos que se expusieran para los vídeos. 

P: ¿Cómo fue el trato?

R: Ellos son muy reacios, pero estaban cansados de verse siempre representados a través de actores. Valoraron nuestro esfuerzo por llegar a ellos y nuestra profunda investigación en su cultura. Nadie había grabado un videoclip con yakuzas de verdad. Ahí no había actores.

P: Me gusta el contraste de meter reguetón en esa atmósfera

R: Es algo que no te esperas. También es una forma de encajar mi esencia en este concepto. Super Suki es un temazo porque lanza un mensaje muy bonito. La gente escucha reguetón y piensa en lo típico de mover el culo, pero hemos querido llegar a algo más profundo, buscando que todas las personas que se encuentren mal de autoestima recuerden que también son bonitos.

P: La narrativa visual es puro cine. 

R: Descubrimos que solamente había habido una mujer en el mundo de la Yakuza y quisimos que fuera Suki. La historia cuenta que ambos estamos en la Yakuza y yo soy la persona encargada de cuidarla, pero nos enamoramos. En la Yakuza no puede haber amor entre miembros. Por tanto, le encargan que me mate. Sin embargo, ella lo rechaza y se corta un dedo porque en su cultura es lo que debes hacer si fallas un encargo. Al final, el amor gana. 

P: Arrancas el disco hablando de la soledad y la desconfianza.

R: He aprendido a desconfiar a palos. Mi padre ya me lo avisó de pequeño. 

Si me tocase volver a la obra, lo haría sin quejarme

P: ¿Qué te hace ser libre?

R: La música. Mis momentos más libres siempre han estado ligados a la música. Frente a un lugar donde todo el mundo te juzga siempre estuvo el papel en blanco. Ahí nadie lo hace. Desde pequeño entendí que ese pequeño mundo era mi libertad. Ser libre es lo más bonito que hay en la vida. 

P: En Mecánico hablas de tu pasado y lo haces alejándote de la típica mitificación sobre en tráfico de drogas.

R: Siempre me ha dolido el pensar que tengas que hacer algo según el tipo de vida que lleves. La música me ha dado la libertad económica suficiente como para haberme alejado de ciertas cosas. No juzgo a nadie, pero quiero que la gente sepa que hay caminos muy dolorosos en los que vas a perder a más personas y en los que vas a hacerle daño a tu familia.

P: ¿Qué tal te llevas con tu adolescencia?

R: Muy bien. Me alegro que flipas de haber sido tan libre. Hemos sido muy punkis y no me arrepiento para nada de haber vivido en ese entorno. Hemos crecido sin etiquetas, sin juzgar a nadie y con respeto. También me alegro de haber fallado tanto. Mira que he sufrido y he hecho sufrir a mi entorno, pero gracias a todo eso he aprendido todo eso que me hace ser firme. Veo a gente de mi generación que falla en cosas que me parecen impensables porque yo ya lo hice con 15 años.

P: Como empezar a drogarte con 30 años.

R: Literal. O quien quiere hacerse el gánster cuando se nota que lo hace porque no lo ha vivido.

P: El viaje vital que has experimentado es brutal. De ese niño punki al hombre que realiza un trabajo de tanto peso y calidad como Kintsugi. 

R: El Lukitas de los 16 no se lo creería. Cómo lo iba a creer si no era capaz de ponerse una lavadora. 

P: “Aunque todo vaya mal, recuerda que puede ir peor”. ¿Es esto pesimismo?

R: Al revés. Por muy mal que te sientas, siempre va a haber un Venezuela. Una de mis mejores amigas, Ana Mercedes, es de allí. Recuerdo que le contaba mis problemas y ella me decía que no podía comprar ni arroz ni carne. 

P: Hablas también de no tener “miedo a perder”.

R: No tengo miedo y no se me caen los anillos por vivir un tipo de vida u otra. Gracias a todo lo que hemos peleado, la música nos ha ofrecido un camino muy bonito. Sin embargo, si me tocase volver a la obra, lo haría sin quejarme. Viviría igual y buscaría la felicidad en ese entorno. 

P: En las últimas semanas he entrevistado a Fernandocosta y a Costa por la salida de sus discos. Y en ellos, los tres pedís perdón a vuestras madres.

R: Si has vivido la vida y has tomados decisiones a una edad temprana, vas a tener que pedir perdón a tu madre. Con el paso del tiempo y la madurez, te das cuenta que con tus hechos provocas dolor en tus seres queridos. Siempre es bueno pedir perdón.

P: ¿Hacerlo a través de la música es para evitar hacerlo en persona?

R: No me cuesta pedir perdón a la cara, pero así queda más constancia. Me parece más romántico hacerlo con la música porque dura para toda la vida. Al final he tenido que perdonar, pedir perdón y perdonarme.

P: ¿Qué cuesta más?

R: Perdonarme. Me ha costado llegar a ese entendimiento conmigo mismo y darme los márgenes necesarios para hacerlo. 

P: El disco lo cierra el tema Kintsugi y el espíritu es radicalmente contrario al principio.

R: Queríamos remarcar un final enérgico que mostrara que el disco es un viaje en torno a la curación. A vivir el proceso de cicatrización y estar orgulloso de tus cicatrices, tal y como hace el Kintsugi. 

P: ¿Lo has conseguido?

R: Sí.

P: Antes de terminar, quería preguntarte por Jarfaiter. La vida pirata, Gamberros, Flacos y Nerviosos... Has hecho incluso punk con él.

R: Es mi hermanito. Antes de conocernos ya llevábamos vidas paralelas y teníamos una conexión sin saberlo. Ambos éramos skinetos, punkis, delgaditos, loquitos y teníamos gente muy pura en común. De hecho, mi padre vivió en Piedralaves su pueblo. Cosas muy locas. Desde el minuto uno que nos conocimos todo fue fluyendo. Hemos hecho canciones y compartido muchos escenarios. Olmo es un referente de cómo avanzar en la industria siendo uno mismo y cómo mantener valores aunque la vida te vaya mejor. Me da mucho gusto que uno de mis amigos de verdad, sea también un referente. Estoy muy orgulloso de él. En su concierto de La Riviera tuve que aguantarme las lágrimas al ver todo lo que había creado. Algún día hará un estadio. 

P: Hablando de estadios, ¿qué tal cantando ante 60.000 personas con Natos y Waor?

R: Ahí sí lloré. Nunca podríamos haber soñado algo así. Son personas que, al igual que Jarfita, han mantenido sus valores. Suben un escalón y te lanzan una cuerdecita para que subas con ellos. Serios y profesionales, fueron los primeros en darse cuenta de que esto también es un trabajo. Han hecho que esta movida sea masiva y popular. 

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