Sergio y Sandra, miembros de Delaporte, llevan años explorando la música electrónica desde un lugar profundo y personal, buscando siempre la autenticidad en su sonido y en sus vidas. En su nuevo álbum, titulado Déjate Caer, exponen su propio proceso de transformación, dejando atrás miedos, inseguridades y autoexigencias para reconectar con lo esencial. Con una combinación de techno y reflexiones introspectivas, nos invitan a abrazar nuestra vulnerabilidad y permitirnos “caer” sin temor al fracaso. En esta conversación con ElPlural.com, comparten sus vivencias, los retos del camino artístico y la importancia de la autenticidad, el amor propio y la conexión en su música.
Pregunta: ¿Desde dónde te caes y a dónde te caes?
Sergio: No lo sabes. Por eso es más difícil dejarse caer. Además, el miedo no está en el ahora. Solo existe en la proyección del futuro.
Sandra: Uno cae por la lucha, el miedo y el control ya que vivimos constantemente pensando. La mente existe para protegernos y hacernos sentir seguros. Sin embargo, la mayor parte del tiempo ni nos sentimos seguros ni protegidos. Hemos aprendido cosas disfuncionales y patrones que nos impiden decidir la vida que necesitamos para honrar lo que somos. Y si te dejas caer, no pasa nada. No te vas a estrellar. A lo mejor necesitas dejar atrás ciertas cosas para acercarte más a lo que eres.
P: El disco comienza con Cagarla.
Sandra: La mente, al sentirse amenazada, te intenta proteger y controlar para que no hagas ciertas cosas. Sin embargo, si no juegas, no avanzas en la vida y te quedas sin hacer lo que realmente quieres. Si te hubieras quedado en tus cagadas, no podrías estar haciendo lo que haces. Cagarla es el primer dejarse caer.
Andrea: "He llegado a tener ideas suicidas"
P: En este tema entra en juego el qué dirán.
Sergio: Y eso empieza desde que somos niños. ¿Qué dirán mi padre o mi madre? Actúas para que no te castiguen o para sentirte querido.
Sandra: Y son cosas que arrastras de mayor. Hay situaciones en tu vida adulta que sigues sin compartir con tus padres por el qué dirán.
Sergio: Cuando dejé mi trabajo para dedicarme exclusivamente a la música, no se lo dije a mis padres. Vinieron a verme y pasé una semana haciendo como si fuera a trabajar para no contárselo y que no pudieran influir en mi decisión. Un día antes de que se fueran, les dije que iba a ser artista. Y feliz.
P: ¿Siempre os ha hecho felices hacer música?
Sandra: Sí y no.
Sergio: Hacer música, sí. Luego hay muchas cosas en la profesión que contaminan el hecho de hacer música.
Sandra: Un día dije que lo dejaba porque el miedo que vivía dentro de la industria era mayor que el amor que sentía por la música. Llegué a desconectar tanto con esa ilusión que llegué a tener ideas suicidas. Cuando llegas a tal abandono, no le ves sentido a la vida. La sociedad fracasa cuando te lleva a esa deriva de vanidad, desconexión y miedo. Pero comencé a reconectar conmigo misma, me dejé caer y fui a terapia. Admití que tenía miedo. Me alejé de todo, me fui a vivir al monte, huí de las comparaciones y del deseo de agradar constantemente. Me sigue pasando, pero al menos me doy cuenta. El otro día fui consciente de que tenía celos de un artista. Me asustaba no ser lo suficiente. Todos nos sentimos así alguna vez.
P: ¿Es contradictorio vivir en un remanso de paz y hacer música techno?
Sandra: El techno me lleva a un estado psicológico de mucha liberación, ira y miedo. Es algo único. Por eso, para mí tiene sentido hacer esta música en un entorno natural. Además, como no consumo ningún tipo de droga, encuentro paz verdadera. Solo música. En Madrid, por ejemplo, no produzco este estilo.
Sergio: "En nuestros conciertos casi no hay móviles"
P: Es cierto que la electrónica es un estilo que te permite estar solo en una sala rodeado por miles de personas.
Sandra: Pero completamente sola. Sin hablar, se genera una conexión basada en el amor. Es muy especial.
P: ¿Por qué en España no se le ha dado a este estilo el lugar que merece?
Sergio: Lo que hacemos nosotros no tiene un circuito propio. Nos hemos colado en el indie porque es el único que nos ha abierto las puertas.
Sandra: Estamos en ello. Yo conozco la escena club y, más allá de los típicos chavales que están como locos por el hard techno, ves a mucha gente con un amor ferviente por esta cultura. Eso va por encima del entretenimiento. Es bonito dar espacio a gente diferente, comunicar y conectar almas. Respeto la pose y el selfie, pero estoy muy orgullosa de todo lo que se siente en nuestros directos.
P: ¿Qué sensación más bonita?
Sergio: Hay veces en las que, desde el escenario, te sientes parte del público. El otro día, unos amigos nos dijeron que en nuestros conciertos se ven muy pocos móviles. Y eso es bonito porque el público no te ve como alguien a quien hacerle una foto, sino como alguien con quien está de fiesta. Es un orgullo ver que estamos consiguiendo algo que hemos buscado y eliminar la barrera del escenario.
Sandra: Que no haya vanidad. Aquí estamos todos a una, a expresar y soltar nuestra mierda. Dejarnos caer de verdad por un rato. Admitir que estamos jodidos, tenemos ansiedad, pero soltarnos durante un par de horas.
P: El amor juega un papel muy importante.
Sandra: El amor propio porque sin él no hay del otro. Hay que hacer blandito el corazón y ver que somos vulnerables. Es la única manera real de sanar. El disco repite en bucle este concepto porque yo también necesito repetírmelo.
Sergio: Es lo que buscamos todos. Si uno cree que está buscando éxito o dinero, en el fondo, lo que está haciendo es buscar un estado de amor. Incluso cuando nos enamoramos de alguien, ese estado es nuestro y tú eres la única persona que puede activarlo. Si te centras en ti, te das cuenta de que el amor es tuyo.
¿Es complicado expresar un sentimiento similar a través de un sonido o letra?
Sandra: Hay muchas veces que no hace falta ni letra, ya que hay sonidos que te estallan el corazón y te llevan a lugares sin necesidad de palabras. Luego hay sonidos que te llevan a ciertas letras y viceversa.
¿Es importante llevarse bien en un dúo musical?
Sergio: Últimamente noto que hablamos mucho más de cosas que no tienen nada que ver con la música. A veces hablamos durante horas y, días después, Sandra me manda un boceto de una canción en la que se habla de ese tema. Vivimos y sentimos cosas de forma paralela. Al vivir en ciudades distintas, cuando nos vemos, compartimos todo lo que hemos estado viviendo y la música queda en segundo plano.