Entre los magnates del espacio virtual, quizá Elon Musk sea quien mayor poder ha alcanzado. De emprender negocios extravagantes terminó influyendo en la política de Estados Unidos, hasta el extremo de ser designado por Donald Trump director del Departamento de Eficiencia Gubernamental. ¿Acaso una red social tiene más influencia que un Estado nación?

En el siglo XXI un gobierno está expuesto a formas de golpes de Estado distintas al uso de la fuerza militar; en el presente las insurrecciones también pueden ser económicas e incluso jurídicas. En paralelo, sería difícil negar que las redes sociales ejercen mayor influencia colectiva que un gobierno elegido por votación popular. Ante esto me surgen varias interrogantes. Si Elon Musk influye más que el presidente de un país, ¿de qué manera se le podría dar un golpe de Estado a un empresario que está más allá de cualquier orden establecido? El escritor Salvador Moreno Valencia parece tener claro el tema: “Yo no lo llamaría golpe de Estado; a Elon Musk no se le puede dar, por tanto, dicho golpe, porque no es ni presidente ni su red es un Estado. X de Elon Musk se mueve por el algoritmo y para él es un negocio muy fructífero porque la gran mayoría ha caído en la trampa de creer que desde esa red se pueden cambiar las cosas. Elon Musk financia políticos, hace campaña a favor de unos o de otros, y es la cantidad de dinero que invierta la que afectará en los resultados de las elecciones”.

A simple vista solemos creer que en las redes sociales lo importante es el uso de quien participa. Sin embargo, el algoritmo determina cualquier intención. La socióloga Alejandra Nuño, cinéfila en sus ejemplos, lo ilustra con la película de Woody Allen, Match Point, que refleja el impacto dual de la tecnología. En las redes hay quienes no se rinden ante los mecanismos rígidos, como la periodista Azahara Palomeque, quien denuncia que hemos construido una influencia política alrededor del 'like', controlado por magnates ultraderechistas. Y argumenta que las redes están homogeneizando el discurso hacia un eje hegemónico en Silicon Valley.

¿Y los usuarios? ¿Repercute la influencia de las redes en la salud mental? La psicóloga Concepción Hernández explica que el resentimiento, potenciado por el anonimato y el exceso de información, es terreno fértil para emociones negativas. Los jóvenes, más vulnerables, carecen de herramientas para gestionar estas emociones y suelen construir su identidad a través de la aprobación externa.

La escritora Almudena Almagro señala que la distorsión entre lo real y lo virtual genera inseguridades. Mientras tanto, la comunidad científica apunta que estamos en una fase embrionaria de las comunicaciones digitales, como lo reflejan los recientes galardonados con el Premio Nobel de Física 2024, Hopfield y Hinton.

Elon Musk, como otros magnates, representa un núcleo de poder que se aprovecha de la pasividad de la mayoría. Para Vicente Huici, simboliza la post-modernidad neoliberal, subordinada a una supuesta eficiencia administrativa-tecnocrática. La tecnología, según Nuño, “nos ha sometido a un ritmo sin sentido que no nos deja vivir”.