El mundo de la cultura despide a Héctor Alterio, uno de los grandes nombres de la interpretación en español, fallecido este sábado en Madrid a los 96 años. La familia Alterio-Bacaicoa ha comunicado su muerte subrayando que se produce “después de una vida larga y plena dedicada a su familia y al arte”, una trayectoria que se prolongó prácticamente hasta el final, manteniéndose activo en el ámbito profesional durante décadas. Con su desaparición se va una figura clave del teatro y del cine iberoamericano, un actor que supo tender puentes entre Argentina y España en algunos de los momentos más complejos de la historia reciente de ambos países.

Nacido en Buenos Aires en 1929, Alterio formó parte de una generación irrepetible de intérpretes que entendieron la actuación no solo como un oficio, sino como una forma de compromiso cultural. Debutó sobre los escenarios en 1948 con la obra Prohibido suicidarse en primavera, de Alejandro Casona, y tras completar su formación en Arte Dramático fundó la compañía Nuevo Teatro. Desde allí impulsó la renovación de la escena argentina en los años sesenta, en un contexto marcado por la efervescencia creativa y, al mismo tiempo, por crecientes tensiones políticas.

Aunque el teatro fue siempre su casa, la popularidad masiva le llegó a través del cine. Su debut en la gran pantalla se produjo con Todo sol es amargo, y pronto comenzó a colaborar con algunos de los cineastas más relevantes de la nueva ola argentina, como Leopoldo Torre Nilsson. Aquellas películas consolidaron su prestigio como actor de registros profundos, capaz de transitar con naturalidad desde la contención dramática hasta la intensidad emocional más extrema.

En 1975, amenazado de muerte por la organización parapolicial Triple A, Alterio se vio obligado a exiliarse en España. Ese desarraigo forzado marcó un antes y un después en su vida, pero también abrió una de las etapas más fructíferas de su carrera. En el cine español trabajó con nombres fundamentales como Jaime Chávarri, con A un dios desconocido, papel que le valió la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián; Pilar Miró, en la emblemática El crimen de Cuenca; o Jaime de Armiñán, en El nido, una obra que alcanzó la nominación al Oscar en 1980.

Pese a fijar su residencia en España, Alterio nunca rompió el vínculo con su país natal. Participó en algunas de las películas argentinas más importantes del siglo XX y comienzos del XXI, incluyendo cuatro títulos que marcaron hitos históricos en los premios de la Academia de Hollywood: La tregua, Camila, La historia oficial - ganadora del Oscar - y El hijo de la novia. En todas ellas dejó interpretaciones memorables, convertidas ya en parte del imaginario colectivo del cine argentino.

Su último trabajo cinematográfico llegó en 2015 con Due uomini, quattro donne e una mucca depressa, de Anna Di Francisca, aunque un año antes había participado en Kamikaze, dirigida por Álex Pina. Reconocido en ambos lados del Atlántico, recibió el Goya de Honor en 2004 de manos de sus hijos Ernesto y Malena Alterio, también destacados intérpretes, y en 2008 Argentina le concedió el Cóndor de Plata por su trayectoria. En 2023, el Centro Cultural Kirchner de Buenos Aires le rindió un homenaje multitudinario, con la presencia de figuras como Ricardo Darín.

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