Pucela les vio nacer en 1986 y, cuatro décadas después, el público les venera como una de las bandas más emblemáticas de nuestro país. Celtas Cortos, tres colegas de Valladolid que creían en el poder transformador de la música, pero que también querían pasárselo bien porque saben que -tirando de clichés- la vida son dos días. Jesús, Goyo y Alberto son los nombres que se esconden tras este grupo que ha encontrado su esencia en una miscelánea de rock, folk y distintas influencias que convergen en una crítica social que, en sus letras, es indispensable. 

Celtas Cortos no pasan de moda sino que además han logrado ser una banda transgeneracional. Junto a todo su público quieren celebrar sus cuarenta años en una industria tan complicada como la de la música, en la que los bocados de los mainstream cada vez son más grandes. Cada vez más Tiktok, más bailes pegadizos y letras superfluas. Frente a ello, los vallisoletanos se sienten la resistencia, un rara avis.  40 años contando cuentos, su gira de cumpleaños, recorrerá 10 ciudades españolas exclusivamente y arrancará en febrero de 2026.

Pregunta: Cuarenta años de historia dan para muchos cuentos… ¿Cómo resumiríais este viaje desde los comienzos hasta hoy?

Alberto: Muy afortunado para empezar y muy desordenado, pero lo hemos conseguido llevar por la vereda. Estamos sorprendidos por haber llegado hasta aquí con tanta fortuna, pero también muy convencidos de que hemos hecho un trabajo, como dice Jesús muchas veces, de corredores de fondos y sin desfallecer. Ha habido altibajos, pero hemos sabido salir de cada bajo.

Jesús: También como una aventura muy trepidante y hermosa, y contra todo pronóstico.

Goyo: Nacimos siendo unos chavalillos, amiguetes, y esto no nos lo esperábamos en ningún momento. Y todo fue surgiendo, un poquito más despacio de lo que la gente se puede imaginar, con ese poso de amistad que siempre hemos tenido y de conocernos bien.

Este viaje está siendo muy afortunado y muy desordenado

(P): La gira arranca en 2026 y se llama 40 años contando cuentos. ¿Qué tiene de especial esta gira respecto a las anteriores?

(J): 40 años no se celebran todos los días. De nuestra generación, supervivientes a lo largo de tanto tiempo de manera imperturbable, continua, publicando discos… Se nos puede contar con los dedos de una mano, somos un rara avis. El que sigamos existiendo también tiene mucho que ver con nuestra manera de ser y de estar en el mundo y con nuestra relación.

Ampliaremos la banda para que no haya resquicios, vamos a estar 11 personas sobre el escenario. Eso tampoco se ve todos los días, una pedazo de banda de músicos de verdad, analógicos, tocando de verdad. Pretendemos convocar a un montón de amigos en función de la ciudad en la que estamos y no hacer solo una fiesta, sino también una reivindicación de lo que hay detrás de Celtas Cortos. La historia que hay detrás de este grupo es insólito, peculiar e inesperada dentro del panorama musical de este país.

(G): Va a haber tres ingredientes. Lo primero, la banda que ha comentado Jesús. Luego, un repertorio que estamos diseñando, que viaje un poco por todos los por todos los discos y que refleje todo el camino. Y, además, va a ser más largo de lo habitual, serán dos horas y medio de concierto más o menos. Esto va a ser diferente.

(P): Vuestra música siempre ha mezclado folk, rock y crítica social. ¿Cómo ha evolucionado vuestra forma de contar las cosas?

(J): A lo largo de un tiempo tan extenso, aparte de que nosotros somos hijos de la era analógica, hemos presenciado toda la transformación de lo digital, de las plataformas, de los formatos, de los soportes, etc. Con todo el bagaje que vas aprendiendo, con la edad, con tener hijos, con las relaciones sociales, con las problemáticas que te rodean, de alguna manera, somos cronistas de nuestro tiempo. Desde que nos gestamos hemos crecido con esa conciencia social y con esa manera de hacer, aparte de contar tu vida y de navegar por territorios más emocionales, pues desde luego, que somos narradores y críticos. Crecimos con la utopía de pensar que la música es capaz de transformar la realidad que nos rodea.

Crecimos con la utopía de pensar que la música es capaz de transformar la realidad que nos rodea

(P): ¿Creéis que se está perdiendo el efecto reivindicador de la música?

(J): Totalmente, se echa mucho de menos

(A): Yo creo que dentro de la música, urbana, del rap, hay mucha reivindicación, todavía hay mucha guerrilla dialéctica. Entonces a lo mejor en los grandes grupos, en el mainstream, igual sí, pero yo creo que hay mucha reivindicación en lenguaje que se usa en el rap.

(J): Pero no es lo que prima. En un entrevista de hace meses de Residente, criticaba un poco que lo que más vende o escucha la gente, con o sin criterio, adolece absolutamente de una conciencia social, de clase y de reivindicación. Supongo que en este mundo neocapitalista flagrante hay mucho miedo a posicionarse.

(P): ¿Para vosotros cuál es la clave del éxito para continuar 40 años después en la industria musical?

(A): En lo que se refiere al grupo es sabernos entender entre nosotros, sabernos respetar y saber dónde están las necesidades básicas y no pisotearlo. Hemos sabido culebra hábilmente. Y en lo que se refiere a la cuestión de la creación, nos hemos sabido adaptar, no sin dificultades, a la evolución tecnológica que requiere ponerse delante de un papel en blanco que ahora no es un papel y una partitura, sino un editor de audio.

(G): Yo creo que también tenemos la suerte de que esta fórmula que hemos creado desde que empezamos, estilísticamente nos permite introducir muchos ingredientes a lo largo de todo este tiempo y eso hace que se nos siga identificando, porque nuestra mezcla es muy peculiar. Esta fusión nos permite meternos en muchos estilos y no pasarnos de moda.

En este mundo neocapitalista flagrante hay mucho miedo a posicionarse

(P): ¿En algún momento habéis pensado cuál sería el motivo que podría llevaros a disolver Celtas Cortos?

(J): Está claro que el tiempo avanza y genera desgaste físico, pero yo no me quiero retirar. Lo que me haría retirarme es morirme, eso seguro. Si no es por una cuestión de salud terrible, un impedimento que sea crucial… Tenemos la inmensa suerte de trabajar en este empleo, que es la música, que para nosotros es de los lugares más hermosos que puede haber para crear y tener un universo particular. Si te pones a navegar en ese mar lleno de notas musicales no quieres otro horizonte.

(P): Con tantos años de trayectoria a vuestras espaldas, ¿percibís que vuestro público ha ido cambiando?

(A): Sí, hay un público que se sigue acudiendo desde el principio y ves que avanzan contigo en el calendario, pero se va renovando. De hecho, muchas veces te encuentras con la dolorosa situación de que te digan: ‘¿Me puedes firmar esto para mi padre que le va a encantar? Y mucho más dolorosa cuando te dicen que es para su abuelo, eso ya te hunde en la miseria. Tampoco es que lleguemos de manera masiva a un público joven, pero sí que ha calado como para que eso se note.

(G): Afortunadamente nos programan en muchos festivales donde el público es más joven, y ahí están. Muchos han oído hablar de nosotros, pero no nos han visto y nos descubren y luego en redes hace muchos comentarios.

(P): Para finalizar, ¿qué legado os gustaría dejar como banda?

(G): Ya tenemos una calle en Valladolid, habrá que conseguir una plaza, ¿no?

(A): A mí me gustaría que lo que hemos creado tuviera algo de atemporalidad, que dentro de otros 30 años haya alguien que ponga un tema y diga: ‘¿estos quiénes son?’ Que consiga traspasar la barrera de la moda y de que estemos vivos.

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