Lo que debía ser una limpieza técnica para preservar el rostro de la Virgen de la Macarena ha terminado en escándalo nacional —e internacional—. La talla religiosa más emblemática de Sevilla ha reaparecido tras una intervención que ha sido calificada por fieles, expertos y medios como una “cirugía estética” que ha alterado la esencia de la imagen. Las redes enloquecen, los sevillanos se movilizan y The Times habla de “desastre artístico”. Sevilla exige explicaciones.
El rostro que encendió la mecha
La Virgen de la Esperanza Macarena, una imagen de profunda devoción popular y uno de los pilares simbólicos de la Semana Santa sevillana, fue sometida a una restauración de cinco días que, en principio, tenía como único objetivo limpiar la policromía de su rostro y garantizar su conservación. Sin embargo, la figura regresó a su camarín con una expresión claramente distinta: pestañas postizas exageradas, cejas perfiladas y una mirada que muchos describieron como “vacía”, “desnaturalizada” e incluso “perturbadora”.
Para los fieles más devotos, acostumbrados a ver en la Macarena una mezcla perfecta de dulzura, pena y serenidad, el nuevo rostro supuso un mazazo emocional. La frase más repetida en redes sociales y en la calle fue clara: “No es ella”.
La indignación no se hizo esperar. Las redes sociales se llenaron de imágenes comparativas del antes y después, muchos usuarios calificaron la restauración como “chapuza” y no tardaron en aparecer memes comparando el caso con el famoso Ecce Homo de Borja. Las críticas trascendieron rápidamente los muros de Sevilla y cruzaron fronteras.
El periódico británico The Times publicó un artículo titulado “La Virgen María recibió un aspecto de "cirugía plástica" en una restauración fallida”, en el que comparaba lo sucedido con otros casos de restauraciones fallidas en España. Según el diario, la imagen sevillana ha quedado “irreconocible”, y se suma a una “larga lista de fracasos que hacen dudar de la profesionalidad en la conservación artística del país”.
La cobertura internacional ha supuesto un golpe reputacional para la Hermandad, que no ha tenido más remedio que salir al paso de la polémica, aunque sin asumir responsabilidades directas.
Ante la avalancha de críticas, la Hermandad de la Macarena realizó correcciones de urgencia. En una primera intervención, se recortaron las pestañas artificiales para suavizar el impacto visual. Posteriormente, se retocó la expresión del rostro para recuperar parte de la esencia tradicional de la imagen. Pero para muchos, ya era tarde.
Numerosos fieles aseguran que, pese a los arreglos, “la Macarena ya no mira igual”. El debate ha trascendido lo estético y ha alcanzado lo simbólico: ¿puede una restauración alterar el vínculo emocional con una imagen sagrada?
Un viejo problema en el arte sacro español
Este episodio recuerda al ya célebre Ecce Homo de Borja, restaurado por una vecina sin formación artística en 2012, que terminó convirtiéndose en una caricatura viral. Pero a diferencia de aquel caso, lo sucedido con la Macarena no tiene un tono humorístico: aquí hay dolor real, sentido de pérdida y sensación de traición cultural.
España acumula ya una preocupante lista de intervenciones fallidas en su patrimonio religioso. Desde figuras de San Jorge que terminan pareciendo muñecos, hasta vírgenes con rostros inexplicablemente alterados. En todos los casos, se repite un patrón: falta de regulación, escasa supervisión profesional y decisiones tomadas sin consenso técnico ni artístico.
Crece la exigencia de que cualquier restauración futura esté sujeta a control institucional y ejecutada únicamente por profesionales acreditados.
La Hermandad, por su parte, ha pedido calma, asegurando que “la intención nunca fue modificar la esencia de la imagen”, pero no ha explicado con claridad quién realizó la intervención ni bajo qué criterios artísticos se actuó.