El feminismo, tal y como lo define la web de referencia Mujeres en Red es “un movimiento social y político que se inicia formalmente a finales del siglo XVIII -aunque sin adoptar todavía esta denominación- y que supone la toma de conciencia de las mujeres como grupo o colectivo humano, de la opresión, dominación, y explotación de que han sido y son objeto por parte del colectivo de varones en el seno del patriarcado bajo sus distintas fases históricas de modelo de producción, lo cual las mueve a la acción para la liberación de su sexo con todas las transformaciones de la sociedad que aquella requiera”. El feminismo es un pilar ineludible de cualquier democracia, lo cual nos indica que la mayoría de las sociedades que conocemos no son realmente y del todo democráticas.

Cuando pensamos en conceptos en torno al feminismo que son fundamentales, el primero que me viene a la mente es la sororidad. Así, la sororidad defiende una solidaridad entre mujeres por encima de cualquier otra cuestión, un #YoTeCreo global que nos empodera al sentirnos reconocidas en otras, que gritan que “si nos tocan a una, nos tocan a todas”. Esa fuerza colectiva del feminismo, ese apoyo incondicional que entiende que una mujer que es atacada lo es por el hecho de serlo y, por tanto, todas lo somos, creo que es uno de los triunfos del feminismo. Esta sororidad va muy ligada a ese “ponerse las gafas moradas” y es que, aunque crezcamos en un sistema patriarcal que en principio no nos permite darnos cuenta de la desigualdad de género existente, es precisamente ese momento de tomar conciencia cuando encontramos a otras que nos reconocen como mujeres y como feministas lo que nos permite empoderarnos.

El feminismo requiere profundización y conocimiento para lograr una opinión argumentada y sostenida.

El feminismo es también conocer, es aprender sobre las cuestiones que aborda, sobre su agenda; ser feminista es vivir una vida de transformación de nuestras realidades en pos de una igualdad real. Así, el feminismo ha abordado cuestiones vinculadas a los derechos sexuales y reproductivos, el derecho al sufragio, frenar la brecha de género, acabar con la violencia machista… El feminismo requiere profundización y conocimiento para lograr una opinión argumentada y sostenida.

Desde aquel texto pionero de Linda Nochlin en 1971 en ArtNews “¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas?”, donde se buscaba el análisis de los privilegios masculinos en la creación artística y la construcción ficticia de la idea de genio en el arte, ha habido también hitos fundamentales en el arte y el feminismo, como las manifestaciones denunciando la muerte de la artista Ana Mendieta y la exculpación de su pareja, el artista Carl André, o movimientos más recientes como Pussy Riot o La Caja de Pandora. En el caso español, La Caja de Pandora fue un revulsivo en el sector ante una problemática tabú hasta ahora. Si en septiembre de 2017 se hacía público el movimiento #MeToo y de manera global se denunciaba la violencia sexual en el sistema del cine, dos meses antes, en julio de 2017, se hacía pública La Caja de Pandora en apoyo a una artista víctima de una agresión por parte de un tutor en unas residencias. Una violencia global que salía del tabú y el silencio.

En esta Cuarta Ola, donde las redes sociales y los medios de comunicación son claves, han sido hitos también El Tren de la Libertad en 2014 y la primera acción pública de Femen España contra la reforma del aborto de Gallardón; también las huelgas internacionales del 8M, las manifestaciones públicas contra la justicia patriarcal que deja en la calle a los violadores de Sanfermines o condena a Juana Rivas y entrega a dos menores a un maltratador. Es un feminismo que reitera que:

-La sororidad es internacional, en cualquier parte del mundo, con manifestaciones globales contra la elección de Donald Trump o por el derecho al aborto en Chile y Argentina.

 -La viralidad de las redes sociales permite manifestaciones sin encabezarlas ningún grupo político, sino únicamente la lucha de las mujeres como bandera.

 -#YoSíTeCreo para dar credibilidad a quienes antes no denunciaban por miedo a no ser creídas. Un apoyo global a través de las redes.

 -#NoTeCalles para dar voz a las violencias machistas continuas.

Han sido hitos también, en el caso del arte español, las III Jornadas de Investigación Interdisciplinaria sobre la Mujer en la UAM de 1984, pioneras en este campo, así como las publicaciones y el impulso de grandes feministas como la profesora Rocío de la Villa, incansable feminista en las artes.

El campo artístico ha crecido y desarrollado proyectos comprometidos con la realidad del mundo y especialmente el feminismo.

Muchas artistas españolas han abordado el feminismo en sus trabajos desde los años 70, desde Esther Ferrer, Eulalia Valldosera, Azucena Vieites, Marina Núñez, Eugènia Balcells, Paloma Navares, Paz Muro, Fina Miralles… hasta otras más recientes como Verónica Ruth Frías, Cristina Lucas, María Gimeno, Diana Larrea, María María Acha-Kutscher…

Desde esas primeras denuncias que hacen pública la violencia de género hasta el presente donde, organizadas desde La Caja de Pandora, las profesionales del sector artístico denunciamos los abusos de poder y la violencia sexual, el campo artístico ha crecido y desarrollado proyectos comprometidos con la realidad del mundo y especialmente el feminismo.

Ningún museo o centro de arte que quiera abanderar el discurso político y el arte comprometido políticamente lo será del todo, legítimo, mientras no sea feminista; el feminismo abarca el debate poscolonial, la censura, la interseccionalidad de raza, clase, opción sexual, etc. pero cualquier planteamiento político que quiera abordar esto pero no incluya el feminismo será siempre parcial y fallido. Como profesionales del sector artístico, nuestro campo de trabajo en la creación debe incluir también esta mirada crítica y feminista a aquello que desarrollamos, aquello con lo que trabajamos.