Hasta el 1 de noviembre se puede disfrutar en “La Casa Encendida” de la exposición “Measuring the Distance”, la primera exposición individual del artista mexicano Gonzalo Lebrija en España.


La exposición, distribuida en seis salas, acoge el trabajo de Nebrija a través de más de treinta piezas que combinan todo tipo de materiales: dibujo, video, fotografía, escultura e instalación, mostrando el carácter multifacético del artista y la complejidad de su creación a lo largo de diferentes períodos. Los cuales, además, vienen expresados a través de la conversación que establece Nebrija con Humberto Moro, quien comisaria una exposición que, en realidad, se centra en el diálogo entre ambos a lo largo de cinco años. Estamos, por tanto, ante una exposición que va más allá de la retrospectiva personal.



A lo largo de la exposición nos encontramos a un autor atento al gesto, a la acción, a la velocidad, como punto de partida para mostrar algún tipo de conflicto, ya sea de significado, histórico o actual. Sitúa al individuo frente a la sociedad de consumo y muestra sus anhelos y sus frustraciones; también su carácter de consumidor a la vez que objeto de consumo dentro del sistema capitalista. Un arte de raigambre humanista que denuncia la situación del individuo en el interior del entramado de dicho sistema, que industrializa y comercializa con el individuo a partir de sus deseos. Juega, manipula. Pero también se adentra en otras cuestiones sobre el tiempo y su fragilidad, su carácter liviano e inasible pero que, sin embargo, influyen en la condición humana.



En una primera sala, a través de tres piezas, encontramos el cuestionamiento de la era moderna y su progreso inherente. En la siguiente, en relación directa con la anterior, el american dream, sobre todo de los sesenta, es puesto entredicho con un simple gesto: una mancha negra en una fotografía. Un video nos muestra a un caballo que corre en círculos: un movimiento absurdo, sin dirección alguna. Así parece que la modernidad, en sus ansias de avanzar y progresar, ha terminado.


Movimiento frente a tiempo, el cual aparece en la siguiente sala a través de tres obras crípticas, extrañas, pero fascinantes. Reflexiones sobre el paso del tiempo pero exentas de melancolía y llenas de ironía. Y llegamos a la muerte, desde la vida, mediante un trabajo que se encuentra entre lo mejor, y más reconocido del autor: en Entre la vida y la muerte, una fotografía en blanco y negro muestra un coche cayendo a un lago. El cuestionamiento sobre la veracidad o no de la imagen conduce a muchas cuestiones, y crea una dialéctica entre el espectador de la obra y ésta que atraviesa de manera transversal toda la exposición de Lebrija: el cuestionamiento de la mirada, de cómo miramos las cosas –el arte incluido- dentro de nuestro contexto, cómo aceptamos lo que vemos sin apenas interrogarnos. Y a partir de ahí, Lebrija anima, con sus obras, a que nos replanteemos la forma de mirar como primer paso hacia una reconsideración de nuestra posición en la sociedad. Una manera, además, de luchar contra la alineación casi objetual a la que estamos, según Lebrija, sometidos en esta sociedad capitalizada y material.