Si da miedo, entonces deberías hacerlo. Es así de sencillo. No es por parafrasear a ningún intelectual de la posmodernidad, pero es cierto eso que dicen: 'Ser valiente no es no tener miedo, es enfrentarse a él'. Sin ser tan pseudo-poéticos, resumimos en que el éxito reside en atreverse.
El miedo es una sensación complicada, no compleja
A lo largo de nuestra vida podemos sentir miedo por muchas cosas. En ocasiones, se tratan de situaciones que hemos creado a partir de nuestras decisiones. Por ejemplo, retos laborales, relaciones sentimentales, aventuras impredecibles. Dentro de nuestra experiencia como personas es mandatorio encontrarnos con más de una situación que sea más grande que nosotros mismos y la reacción natural es el miedo. Al fin y al cabo, el miedo es la percepción de peligro y nuestro instinto de supervivencia nos dice que no hay nada más peligroso que lo que no conocemos.Aquí está la clave: lo que no conocemos nos asusta, pero eso no significa que sea malo. A veces hay que dar un paso a lo desconocido.Deberíamos poder encontrar en este miedo nuestro motor de motivación principal. Porque en ocasiones tras esta sensación se esconde la emoción de saber que va a ocurrir algo grande. Todo lo que nos saca de la zona de confort es una experiencia que vale la pena vivirla. Ni si quiera estoy hablando de un discurso optimista facilón, del 'tú quieres, tú puedes'. Estoy hablando de lo que es: una incomodidad, sí, pero que te puede sacar del sitio donde estás para llevarte más lejos.