El director inglés Armando Iannucci tiene el don de caricaturizar figuras de autoridad, exhibiendo su incompetencia, ridiculizando su crueldad, reduciendo al absurdo la ambición de poder y desafiando la corrección política, al evocar, en plan satírico, episodios históricos que han sido duros para ciertas sociedades.

Ya lo hizo en In the loop (2009) o en la serie The Thick of it (2005 – 2012), basado en la película, o en Veep (2012). Ahora vuelve a los cines con la comedia negra La muerte de Stalin, cuya mordacidad ha hecho que Putin la prohíba en Rusia al considerarla una herejía conta el Comunismo.

Rápidos diálogos, grandes interpretaciones

Echando mano de los recursos de la comedia clásica, con rápidos diálogos (no tanto como los de The Thick of it, para cuya creación el director incluso contrató a un asesor de insultos), y con el corte típico de las películas de la Guerra Fría, en esta adaptación de la novela gráfica homónima de Fabien Nury y Thierry Robin, la muerte repentina de Stalin en 1953 sirve de catalizador para retratar el clima opresor de terror que creó el dictador, e ironizar con la torpeza de las maniobras con las que los miembros del gobierno soviético afrontaron el proceso de sucesión: el histérico Nikita "Nicky" Khrushchev, el desconcertado Georgy Malenkov…

Todos ellos, interpretados por un excepcional elenco compuesto por Steve Buscemi, Jeffrey Tambor, Michael Palin (miembro de Monty Python), el actor de teatro Simon Russel Beale o Jason Isaacs, entre otros muchos.

  https://www.youtube.com/watch?v=ukJ5dMYx2no