En el corazón de la provincia de Soria, en la comarca de Tierras del Burgo, encontramso Calatañazor, un pueblo donde el tiempo parece haberse detenido. Este pequeño enclave medieval, que es considerado como uno de los pueblos más bonitos de España, está rodeado de un entorno natural privilegiado y guarda entre sus calles empedradas el eco de leyendas históricas que lo convierten en un destino único para los amantes del turismo rural, la historia y la naturaleza. Una de las más famosas, es que en este bella localidad, en el año 1002, Almanzor, el caudillo del Califato de Córdoba y azote de los cristianos, sufrió una severa derrota de la que jamás levantó cabeza. La tradición sostiene que "en Calatañazor Almanzor perdió el tambor", expresión que se refiere a que perdió su alegría tras haber sido vencido.

Esta batalla, en realidad, nunca existió. Más bien parece un invento de la propaganda cristiana, de la mano del cronista Lucas de Tuy, llena de incoherencias históricas, como haberse enfrentado al rey de León Alfonso V, al que se refiere como Vermudo II, cuando apenas tenía 8 años. Él mismo incorpora el germen de la mítica leyenda, atribuyendo la célebre frase a un pescador que lloraba la caída de los moros y al que identifica como el diablo.

Un viaje a la Edad Media: el encanto de su casco histórico

Esta legendaria villa, que apanas cuenta con medio centenar de habitantes (45), parece anclada en el medievo. Se alza en la cima de una roca que domina la vega del río Milanos, en un entorno privilegiado donde encontramos uno de los bosques de sabinas mejor conservados del planeta, el sabinar.

Caminar por las calles de Calatañazor es como retroceder varios siglos en el tiempo. El casco histórico, con sus casas de piedra y madera y tejados de teja árabe, conserva intacta la esencia de la Edad Media

En el punto más alto se yergue el castillo de Calatañazor, construido en el siglo XII y reformado en el XIV, que ofrece vistas panorámicas del valle espectaculares. Aunque en la actualidad se encuentra en ruinas, conserva algunos lienzos y parte de la torre del homenaje. La fortaleza da testimonio de la importancia defensiva de este enclave fronterizo entre los reinos cristianos y musulmanes, lo que marcó profundamente su desarrollo y su arquitectura. 

Uno de los elementos más destacados del casco urbano es su muralla medieval, también del siglo XII para proteger la villa de posibles invasores. Aunque el tiempo ha dejado su huella, aún se pueden recorrer algunos tramos  y atravesar sus puertas originales, como la Puerta de la Villa.

Desde allí, el visitante accede a un entramado de calles estrechas y empinadas que conducen hasta la iglesia de Nuestra Señora del Castillo, un templo de origen románico con posteriores reformas góticas. A la salida del pueblo está la ermita de la Soledad, también románica con puerta sin tímpano

El Sabinar de Calatañazor: naturaleza en estado puro

A pocos kilómetros del pueblo se encuentra el Sabinar de Calatañazor, una de las joyas naturales más impresionantes de la provincia de Soria. Este bosque, declarado reserva natural, alberga una de las mayores concentraciones de sabinas albares del mundo, con ejemplares que alcanzan hasta 20 metros de altura y cientos de años de antigüedad.

El Sabinar es un lugar perfecto para los amantes del senderismo y la observación de la naturaleza. Sus caminos permiten adentrarse en un entorno único, donde la tranquilidad y la belleza del paisaje son protagonistas. Además, la fauna de la zona incluye especies como el águila real, el zorro y el corzo, lo que añade aún más interés a la visita.

Otra parada obligatoria en los alrededores de Calatañazor es el monumento natural de La Fuentona, un manantial de aguas cristalinas que surge de una cueva subterránea. Este lugar, conocido también como el Ojo de Mar, es ideal para pasear y disfrutar de un entorno idílico.

Tradición y gastronomía: los sabores de Calatañazor

La gastronomía de Calatañazor es otro de los motivos para visitar este pueblo soriano. Entre las especialidades locales destacan las migas pastoriles, elaboradas con pan, ajo, chorizo y torreznos, y la sopa castellana, una reconfortante sopa de ajo. Los asados castellanos, especialmente de cordero y cochinillo, son protagonistas en las mesas de la villa. Además, los platos de caza, como la caldereta, y los productos derivados del cerdo, como la morcilla dulce de Soria, son comunes en la oferta gastronómica local.

Calatañazor: un destino para todas las estaciones

Calatañazor es un lugar que puede disfrutarse en cualquier época del año. En primavera, los campos que rodean el pueblo se llenan de flores y colores vivos, creando un contraste espectacular con las piedras grises de sus construcciones medievales. En verano, las temperaturas agradables de la sierra lo convierten en un destino ideal para escapar del calor.

El otoño es, sin duda, uno de los mejores momentos para visitar Calatañazor, ya que los bosques cercanos adquieren tonos dorados y rojizos que realzan aún más la belleza del entorno. En invierno, aunque el clima puede ser más riguroso, la estampa del pueblo bajo la nieve es digna de postal, ofreciendo una atmósfera mágica y tranquila.