¿Qué obsesión tendrán los españoles con Estados Unidos para que siempre haya un gran porcentaje de compatriotas que engulla sin rechistar su imperialismo cultural? En tan solo unos días hemos pasado del arrodillamiento ante el wokismo al ensimismamiento por el Make America Great Again, es decir, el Make el resto del mundo not great. Incluida España.
Ya sean con perspectiva de género o con un águila calva dibujada y acento tejano, las bombas de racimo son bombas de racimo y matan por igual. Hemos pasado de ver a gente de izquierdas tragarse el cuento inclusivo de grandes empresas con mucho brilli brilli que no permiten sindicarse a sus trabajadores a conservadores abrazados a un señor que amenaza con ahogar a nuestro país con unos aranceles abusivos. Vemos a franquistas babear por un país que fue clave en el asesinato de Carrero Blanco y defender los intereses de un Estado esencial en la destrucción y decadencia del Imperio Español. Patrioteros de bandera babeando por hispanófobos. ¡Incluso nazis apoyando las tesis de un líder sionista!
La llegada de Trump al poder ha servido para vislumbrar a españoles muy españoles estar en contra de los intereses de España. Una contradicción difícil de comprar. Tú no puedes hablar de jovenlandia y suspirar por un país que arma hasta los dientes a Marruecos. Tú no puedes ser el partido político de la España que madruga y mostrarte tan servil con un líder político cuyas medidas comerciales arruinarían a los trabajadores del campo de tu país. Puedes montarte las películas que quieras para justificarte, pero no se puede. Igual que no se podía hablar de las cosas maravillosas de Joe Biden llamándote Yolanda Díaz y liderando una formación de izquierdas. Aunque se vista de arco iris o de Capitán América, Estados Unidos es un proyecto individualista, imperialista y culturalmente negativo a la nación española.
Como paradigma del estado frenopático en el que vive nuestra sociedad, podemos girar la cabeza y ver lo sucedido en Ferraz mientras Donald Trump tomaba posesión como presidente de los Estados Unidos. Una parte de los manifestantes que rezan el Rosario todas las tardes a pocos metros de la sede del PSOE en Ferraz se pusieron a bailar Y.M.C.A, ataviados con la bandera de las barras y estrellas. Qué escena. La genuflexión ante un líder anglosajón resulta ridícula y la derecha española debería hacer un examen de conciencia. Leí a Israel Merino decir que “defender públicamente a Donald Trump debe considerarse alta traición al pueblo español”. Quizás sí.