Los parlamentarios de Reino Unido están tramitando una ley que reconocerá que los animales sienten y padecen. Un paso más para poner coto al maltrato de mascotas y animales salvajes. Si Mariano José de Larra levantara la cabeza insistiría en su tesis de las corridas de toros hace mucho que perdieron su primitiva nobleza. 

Los británicos, que en estas cuestiones son especialmente sensibles, se van a preocupar también de las instalaciones ganaderas, del robo de mascotas, de que los monos no se utilicen como animales de compañía. Prohibirán la caza de la liebre (la del zorro hace tiempo que está vetada), evitarán el tráfico de marfil y de aleta de tiburón y ya veremos si se sigue permitiendo la comercialización del foie, que se obtiene a base de embuchar comida a ocas enjauladas. 

Son buenas noticias que pueden crear impronta en otros países especialmente indiferentes en lo que respecta al bienestar animal. Aunque se necesiten aquellas especies que nos procuran alimento, es de justicia evitarles sufrimientos innecesarios. En Reino Unido se destaca también que velar por los animales supone combatir el cambio climático y prevenir otras pandemias. 

Muy lejos de estas previsiones, en casa, aunque va calando la idea de que no se debe lastimar a los animales, seguimos viendo demasiados episodios de indiferencia y crueldad que deberían ser erradicados porque dicen muy poco de nuestra capacidad como personas humanas. 

Algo que deberían reflexionar los dirigentes de Madrid donde su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, ya ha anunciado fuertes inversiones para la ganadería brava en la Comunidad y otras no menos sustanciosas para animar a la industria taurina, de capa caída en estos últimos tiempos. 

Lo que a lo mejor habría que plantear a estos empresarios es que reconviertan sus negocios hacia otros derroteros menos cruentos y que las corridas de toros se sustituyan en su actual fórmula tradicional, por otras opciones que eliminen el dolor y la muerte. 

Pero, con la derecha que tenemos, la España de charanga y pandereta que definió Antonio Machado, vuelve con fuerza: "... Esa España inferior que ora y bosteza, vieja y tahúr, zaragatera y triste; esa España inferior que ora y embiste..." 

Las elecciones madrileñas nos han retrotraído a la visión preclara del poeta, con un Partido Popular que confunde la tradición rancia con el festejo. Por San Isidro, no se ha podido abrir el coso de las Ventas a causa de la pandemia y de los aforos limitados que dicen los empresarios no son rentables. Dudo que nada de esto interese a las nuevas generaciones de jóvenes, aunque el divorcio del PP con la realidad sea evidente. ¿Qué decir de un partido político para el que el concepto de fiesta consiste en torturar toros? Frente a los animales, hay humanos que no tienen sentimientos. Al menos cuando disfrutan de las corridas de toros.