Para los que siguen confundidos y/o escandalizados porque Pedro Sánchez insista en que el PSOE es un partido de izquierdas, recomiendo la nada sospechosa lectura, “Destra e sinistra”, de Norberto Bobbio (hay traducción castellana con prólogo de Joaquín Estefanía en Taurus). El maestro italiano, que por cierto se definía a sí mismo como socialista-liberal, laico, moderado y de izquierdas (sí, de izquierdas!) hizo una distinción teórica sencilla y muy ilustrativa a partir de 4 conceptos que combinó entre sí. Los dos primeros, como ideología, son izquierda y derecha; los dos segundos, como actitudes vitales y políticas, son extremismo y moderación (si se prefiere, templanza). Así:

1.- Se puede ser de derechas y moderado. Es el caso de los partidos conservadores europeos o del partido Republicano en EEUU antes de (o al margen de) Trump. Su característica fundamental es que son liberales (sobre todo en economía) y anti igualitarios (la desigualdad no es un mal para ellos sino el resultado natural del mérito y la capacidad).

2.- Se puede ser de izquierdas y moderado. Sería el caso del PSOE y de la socialdemocracia clásica europea, desde Louis Blanc,  Ferdinand Lassalle o Pablo Iglesias Posse. El nuevo secretario general, al insistir en esta idea, no ha hecho otra cosa que recuperar la mejor tradición histórica del partido y, por cierto, no le ha ido nada mal en las primarias en parte también por esto. Significa fundamentalmente que se es liberal e igualitario a la vez, socialista a fuer de liberal en la conocida expresión de Indalecio Prieto.

3.- Se puede ser de derechas y extremista. Es el caso de los fascismos durante los años 30 del siglo XX que eran anti liberales y también anti igualitarios, o de la extrema derecha hoy en Francia, Holanda o Dinamarca, que pretenden restringir la libertad (las libertades) y al tiempo excluir o esclavizar a “los otros”, a los más desfavorecidos, a los más vulnerables.

4.- Se puede ser de izquierdas y extremista. Es el caso en la historia del marxismo-leninismo, singularmente del estalinismo, que eran anti liberales e igualitarios (esto segundo, en teoría). Su fracaso (el derrumbe de la Unión Soviética) no fue tanto por ser comunistas (igualitarios) cuanto por ser totalitarios (anti liberales). Y esta coincidencia con los fascismos fue la causa principal de la terrible tragedia de la segunda guerra mundial y de la muerte de millones de personas.

Soy consciente, sin embargo, de que esta fórmula bobbiana que combina estos cuatro elementos de dos en dos no da cuenta precisa de otros movimientos difusos que se mueven en la derecha o en la izquierda hoy y que conocemos como “populistas”, aquí, en Europa y al otro lado del “charco” con Trump en EEUU o Maduro en Venezuela. Sin embargo, sigue siendo a mi juicio una perspectiva válida como punto de partida, como planteamiento básico. Sirve además para rebatir algunas posiciones que quieren distinguir entre un falso e inexistente “centro izquierda” (sic) y la izquierda. Lo que existe en verdad es una izquierda moderada o una izquierda extremista (y una derecha moderada y una derecha extremista) pero no el “centro izquierda” que es ciertamente una expresión vergonzante para descafeinar a la social democracia, para rebajar su fundamental aspiración igualitaria, para acercarla peligrosamente a la derecha. Si alguien afirma que es de centro-izquierda no está situándose en la izquierda moderada sino que se está definiendo como “moderadamente de izquierdas”. Y es muy distinto.