Esta separación entre lo económico y el ámbito de la vida, que remite a la tradicional separación entre lo público y lo privado, ampliamente cuestionada por el feminismo, es asumida tanto por la izquierda como por la derecha. Así, escuché en la Ser a un comentarista de derechas decir que Rubalcaba no se dedica a lo importante (la economía) por proponer revisar los acuerdos con El Vaticano, y en el mismo programa otro comentarista de izquierdas afirmaba que Rajoy no se dedica a solucionar lo importante porque se dedica a lo menos importante: la ideología, es decir, esas cosas de la igualdad, el aborto o el matrimonio homosexual.

Se trata de una confusión perversa, difícil de desentrañar y que nos mete a las mujeres en una especie de bucle sin salida, pero a toda la ciudadanía también. Para empezar porque la economía es ideología, por supuesto, y debe recuperar ese estatus. Pensar y defender que la economía no es ideología es profundamente de derechas. Al mismo tiempo, todo el ámbito de esas cuestiones relacionadas con la vida, la biopolítica, es igual de importante y profundamente ideológico también. Este ámbito determina de manera fundamental las vidas de las mujeres, es decir, de más de la mitad de la ciudadanía; y no sólo de las mujeres, aunque sí fundamentalmente.

Sin embargo, estos dos ámbitos no discurren en paralelo ni son tampoco el mismo, de manera que pudiéramos decir que al incidir en uno se incide automáticamente en el otro. No es así. El ámbito de la biopolítica se articula con lo económico de una manera compleja pero en un orden no jerárquico en cuanto a su importancia, al menos para las mujeres. Así, lo estrictamente económico influye de manera muy especial en las vidas de las mujeres, en la igualdad. Las mujeres necesitamos trabajos dignos e iguales para poder aspirar a ser ciudadanas autónomas e iguales. Pero, además, la desigualdad económica se entrecruza de manera evidente con el ámbito de la vida y lo determina. Por ejemplo: ninguna mujer rica se encontrará nunca abortando ilegalmente o inseguramente porque, sea cual sea el régimen de su país, las ricas abortan cuando y dónde quieren y en condiciones de máxima seguridad.

Así que la lucha por la igualdad económica es fundamental para nosotras, como para cualquiera, y es ideológica, como lo es siempre todo lo que atañe a la distribución de la riqueza, el corazón de cualquier ideología. Pero además de esto la economía tiene también una clara perspectiva de género, como ha demostrado la economía feminista,  porque la distribución de la riqueza, además de un sesgo de clase, está también sesgada por sexo. La economía determina que la brecha de la desigualdad se estreche o se ensanche para todos y todas, pero la desigualdad económica estructural entre hombres y mujeres no se combate sin medidas específicas, como han puesto de manifiesto todas las agencias y organismos internaciones, desde la ONU hasta la FAO, la OIT etc.

Finalmente, para poder aspirar a ser ciudadanas iguales necesitamos también ser dueñas de nuestros cuerpos y de nuestra capacidad reproductiva y ese es un ámbito en el que las mujeres nos jugamos verdaderamente nuestra autonomía y nuestra libertad como seres humanos. No es posible ser libre si una no se posee siquiera a sí misma; al menos en la medida en que esto es posible.

Así que resumiendo una cuestión muy compleja: la economía es profundamente ideológica siempre, y la hay de derechas y de izquierdas, aunque ésta última esté por ahora desaparecida. Además, la economía tiene perspectiva de género como demuestra la economía feminista. Al mismo tiempo las políticas que hacen referencia a la sexualidad y al cuerpo de las mujeres se encuentran también en el corazón de un sistema ideológico-político como es el patriarcado (este sí puede ser de derechas y de izquierdas) O, como dice Fraser, las mujeres sufrimos desigualdad económica y, en la misma medida, desigualdad simbólica y cultural. Sin jerarquías; ambas son igual de importantes para nosotras. Rajoy está haciendo, como era de esperar, una política profundamente de derechas en lo económico y profundamente patriarcal también. La combinación de ambas es letal para las mujeres y amenaza con devolvernos a la España del subdesarrollo social  y el oscurantismo patriarcal. Por eso las mujeres y los hombres igualitarios tenemos que oponer resistencia; una resistencia que ya ha comenzado con la Marea Violeta de ayer viernes y que tiene que continuar extendiéndose.

Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)
http://beatrizgimeno.es