Con los Reyes Magos se ha puesto fin a la pausa navideña y se abre el ciclo político más desconcertante de los últimos tiempos: El Gobierno trabaja para profundizar en las imprescindibles reformas sociales que los de Rajoy Brey se llevaron por delante, y la  derecha de Pablo Casado, que niega la corrupción en su partido, anda ocupada en que Vox les dé el visto bueno para empezar a mandar en Andalucía.

Es evidente que no quedan líderes con coraje en el PP, cuando el presidente del principal partido de la oposición tiene que estar a rebufo de lo que decida un partido minoritario y ultraderechista, que niega los valores que tanto esfuerzo y dolor han costado alcanzar.

 Vox se está saliendo con la suya. No podía imaginar que en tan poco tiempo conseguiría ser el centro de la atención mediática. Y ahí está el líder que representa la esencia ideológica de ese partido, Santiago Abascal, un hombre que, asegura, llevar siempre una pistola encima (¿también cuando monta a caballo?) y que recuerda los peores momentos de Trump y de Bolsonaro.

Mientras, la caverna mediática hace su trabajo arreciando contra los detractores de la ultraderecha, con el sobado argumento de que es mucho peor lo de Pedro Sánchez, por sus relaciones con los partidos catalanes y vascos que -no lo olvidemos- tienen todos representación parlamentaria en el Congreso y en el Senado.

Es evidente que no quedan líderes con coraje en el PP.

Como si agitar al malvado Sánchez condujera a ignorar la ideología de Vox, que cada día produce más alarma y que hace temblar las piernas de bastantes adscritos a Ciudadanos. Ellos, que hasta ahora se creían el ombligo del centro…

A su vez, Pablo Casado se traga los sapos de Vox sin sonrojo, a la espera de situar a Juanma Moreno al frente del nuevo Gobierno andaluz. Las exigencias de Abascal para convertir en papel mojado los proyectos para erradicar la violencia de género no han borrado su sonrisa de joven triunfador, a pesar de que está en manos de una ultraderecha que dice tener las cosas muy claras.

El segundo de a bordo de Vox, Javier Ortega, fue rotundo en una entrevista radiofónica el 27 de diciembre: "En cada votación y en cada ley tendrán que hablar con nosotros (…) Con nosotros no hay sorpresas: no seremos veletas como algunos".

Terminada la etapa navideña, al fondo se oye como algunos afilan sus espadas. Y de no haber una reacción conjunta de la izquierda, que lleve a que los votantes tomen conciencia de que acecha una amenaza, el drama será imparable.

Ciudadanos podría ser clave en lo que nos viene encima. Pero los inciertos orígenes de la formación y la falta de criterio definido de su líder, Albert Rivera, inspiran poca confianza. Pero, Pablo Casado se ha echado al monte con el empeño personal de consolidar su sillón, antes que cualquier otra cosa. Juega con fuego y lo malo es que nos puede quemar a todos.