A veces el calendario tiene caprichos. Y uno de estos tuvo este año en que coincidían en la misma fecha dos de esos días temáticos que todo el mundo conoce: el día de la madre y el día del trabajo. Casi nada.

Podríamos dejarlo en una cosa del azar o podríamos reflexionar sobre si el destino nos manda un mensaje. Porque, sea o no sea así, las dos cosas tienen mucha más relación de lo que creemos a primera vista.

No hace tanto tiempo que el Día del trabajo era conocido como “día del trabajador”, quizás por contraposición al 8 de marzo, que se denominaba “Día de la mujer trabajadora” hasta que decidieron quitarle el apellido. De hecho, todavía hay quien sigue llamando a uno y otro por sus denominaciones antiguas. Y aunque se trate de lenguaje inclusivo, no solo es eso.

Todas las madres que ejercen de tales son trabajadoras, ejerzan un oficio fuera de las fronteras domésticas o no lo hagan. Llevar una criatura en la tripa durante nueve meses no es poca cosa, pero aún más difícil es la crianza durante no nueve años sino, como dice la parábola, noventa veces nueve, si se terciara. Y, a día de hoy, pese a todo lo que hemos avanzado, esa es una tarea que recae siempre -o casi siempre- sobre los hombros de una madre, que, en el mejor de los casos, repartirá la tarea con el otro progenitor.

Y ahí es adonde quería llegar. A que no hay igualdad en el trabajo si no hay conciliación o, mejor dicho, corresponsabilidad, porque si hablamos de conciliar parece que solo sea cosa de mujeres. Sin reparto de tareas la igualdad ante la ley es una mera declaración programática.

Ser madre es algo fantástico, pero no es lo único que existe en la vida de una mujer que, además, es madre. Y hay que reconocerlo sin complejos, como no los han tenido nunca los hombres en compartimentar su vida en facetas, una de las cuales es la de padre. Porque durante mucho tiempo, dijera la ley lo que dijera, ser madre era un trabajo a tiempo completo mientras que ser padre era un trabajo a tiempo parcial.

Aprovechemos este guiño del almanaque para repensar nuestro día a día. Para entender por qué la mayoría de excedencias por cuidado de hijas, hijos o mayores son tomadas por mujeres, como las reducciones de jornada. Planteémonos por qué las reuniones de colegio son copadas por madres frente a una minoría de padres, esas madres que son quienes escriben las notas sujetas con imán en la nevera.

Tal vez si damos con la respuesta demos con la solución.

SUSANA GISBERT

(TWITTER @gisb_sus)