Cuando hablamos de feminismo tendemos a buscar referentes en las grandes mujeres que ha habido a lo largo de la historia. El problema, normalmente, es que cuando las buscas, te das cuenta que, demasiado a menudo, la historia patriarcal y, también tenemos que decirlo, machista, las ha invisibilizado.

Cuando éramos niñas nos enseñaban muy pocos referentes en el colegio, pero a mi siempre me maravillaban las mujeres cotidianas que me rodeaban y que veía en su día a día la lucha y la determinación por alcanzar una sociedad más justa e igualitaria desde todos los ámbitos en los que ellas estaban presentes. Desde el trabajo, desde el ámbito lúdico e incluso, y muchas veces sobre todo, desde aquellas mujeres que se habían visto condenadas a quedarse en casa sin poder desarrollarse profesionalmente porque en esa época “eso no tocaba”.

Mujeres que batallaron para sobrevivir una guerra civil y una posguerra, mujeres que a pesar del sufrimiento siempre las veías trabajando y además con una sonrisa. Mujeres a las que toda la vida les acompañó no tan solo el dolor físico de trabajar durante jornadas incansables, sino el dolor emocional de no verse reconocidas ni económicamente ni profesionalmente.

Mujeres que no eran públicamente conocidas, pero que sin duda marcaron la vida de muchas de nosotras y transformaron este país. Mercedes, Pilar, Marta, Loli, Montse, Yolanda, Lucia, Rosa … todas ellas anónimas para muchos, pero totalmente imprescindibles para nosotras.

Y gracias a ellas crecimos, nos formamos y nos emancipamos económicamente y emocionalmente, porque somos libres e independientes, pero eso no significa que no seamos solidarias y empáticas. Significa simplemente que estamos preparadas para asumir el rol que queramos en la sociedad. Estamos agrietando el techo de cristal, pero somos conscientes que después vienen otros, como los de cemento o de hierro, pero venimos a por todas, venimos a defender nuestro derecho a ser libres e iguales, cueste lo que cueste.

Iguales en derechos, iguales en formación, iguales en oportunidades, en definitiva y como dijo Carmela Silva: queremos la mitad de todo. Por las que fueron, pero no las dejaron ser, por las que están, pero no las dejan estar y, sobre todo, por las que vendrán y ¡sí que serán!

 

Sandra Guaita

Diputada del PSOE