Feijóo y Ayuso han perdido el norte. Están en una huída hacia delante para ver quién de los dos es más de ultraderecha. Mientras Ayuso busca la foto con Milei, Feijóo pide que actúe la Armada contra los inmigrantes. La radicalidad de sus propuestas le están dejando muy solos en Europa. Mientras Francia ha frenado a la ultraderecha, el PP pacta y gobierna con ellos.
¡No pasarán! Estos días, dos de los mayores países de Europa han optado por el mismo camino que eligió España hace un año, el rechazo a la ultraderecha y la apuesta por una izquierda social que aborde los problemas de la gente con políticas serias y valientes. Como dice el presidente Pedro Sánchez: “Tanto Reino Unido como Francia han dicho sí al progreso y al avance social y no al retroceso en derechos y libertades”.
El resultado electoral en Francia ha sido una gran noticia para los demócratas, para los que defendemos una Europa social de derechos y libertades. La gran movilización contra Le Pen ha dado la victoria a la izquierda en la segunda vuelta de las elecciones legislativas, seguida por el partido de Macron, mientras la ultraderecha de Reagrupamiento Nacional, que partía como favorita, ha quedado como tercera fuerza política.
En Europa, la derecha moderada busca entendimiento y acuerdos con los progresistas para detener el avance de la ultraderecha, ¿por qué Feijóo en España no hace lo mismo? ¿Por qué el PP está copiando literalmente el discurso de Abascal? ¿Por qué Feijóo ha elegido como compañeros de viaje en Europa a los aliados pro-Putin de Vox? ¿Por qué no es capaz de poner un cordón sanitario a la ultraderecha? ¿Por qué ha abandonado a los votantes de derecha moderada?
El cinismo del líder del PP no parece conocer límites. Tras los resultados de la noche electoral, Feijóo puso un tuit que decía textualmente: “El centro político debe unirse para evitar que los extremistas dirijan su futuro”. ¿De qué centro político habla cuando él se ha encargado de blanquear desde el primer día a la ultraderecha? ¿De qué centro político habla cuando él gobierna con Vox en Aragón, Castilla y León, Murcia, Extremadura, Comunidad Valenciana y en más de 140 ayuntamientos?
¿A qué se refiere Feijóo en su tuit con lo de evitar que los extremistas dirijan su futuro cuando se dejar marcar el camino por Vox para recortar derechos y libertades allí donde gobiernan? ¿Cómo es capaz de decir una cosa y la contraria? ¿A quién pretende engañar? ¡Deje de tomarnos el pelo a los españoles y españolas!
Ayuso ha radicalizado su discurso para tratar de tapar el escándalo de su pareja. Para que se hable de su foto de Milei y no se hable de sus barbaridades y las de su entorno. Feijóo debería tener la valentía de pedirle responsabilidades políticas, incluso pedirle su dimisión, pero no solo no lo hace, sino que además le copia el discurso.
Sr. Feijóo, ¿por qué claudica y actúa sumisamente ante Ayuso? ¿Por qué es incapaz de mantener un posición solida y moderada dentro del PP? Aprenda de Francia, porque la lección principal de lo ocurrido es que la derecha tradicional no tiene por qué dejarse arrastrar por el discurso tóxico, demagógico y extremista de la ultraderecha.
Feijóo se equivoca cuando dilapida cualquier imagen suya de moderación tras pactar la renovación del CGPJ después de cinco años incumpliendo la Constitución, para al día siguiente decir que España está muy cerca de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Esta es su altura política. Ninguna.
El líder del PP se echa en brazos de la ultraderecha cuando lanza ataques desaforados e incluso antisistema contra la imparcialidad del Tribunal Constitucional o cuando hace suyo el lenguaje de Vox para hablar de los menores inmigrantes, en una escalada sin precedentes hacia el populismo.
Sr. Feijóo, que el portavoz parlamentario del PP en el Congreso repita lo que está diciendo sobre los inmigrantes, es una auténtica aberración que va contra los más esenciales derechos humanos. ¿De verdad piensan que hay que mandar la Armada contra los cayucos? ¿Lo siguiente que van a plantear es bombardearlos?
Como Trump, Bolsonaro o Le Pen, el PP de Feijóo trata de hacer política “fascista” señalando ahora a los pobres inmigrantes como enemigos, para obtener los votos de los que odian. Miente y sabe que miente, cuando dice que hay precedentes de tal actuación por parte de las Fuerzas Armadas españolas. Jamás se desplegaron buques de la Armada “para defender fronteras” o para “impedir la llegada de cayucos”. Estamos ante otro bulo más, ante otra mentira más que añadir a la larga relación de falsedades del PP.
Son declaraciones absolutamente fuera de lugar e impropias de alguien que aspira a ser presidente del Gobierno. Estamos ante un discurso del odio al inmigrante, al que es diferente, acusándolo de todos los males. Sr. Feijóo, copiar el discurso a Abascal, supone fortalecer a la ultraderecha, debilitar la democracia y los valores de la Constitución. ¡Entérese!
Pero sobre todo, que Feijóo y Tellado, que son de Galicia, de la comunidad con mayor número y más tradición de emigración en España, hagan un discurso brutal contra los inmigrantes dice mucho de su escasa altura política y de que han tirado por la borda sus principios.
Una última reflexión. Tras analizar los resultados de Francia, cabe lanzar también un mensaje a Sumar y Podemos. Para parar a la ultraderecha, la izquierda debe estar unida. Competir por migajas electorales no es la solución. Si se quiere mejorar la vida de la gente, si se quiere luchar por avanzar en derechos y libertades ya van tarde. Deben trabajar más por lo que les une en lugar de incidir en lo que les separa.
Y termino. Como dice el presidente Pedro Sánchez: “Transformar la realidad desde el Gobierno es la mejor manera de hacer frente al oscurantismo de la ola reaccionaria”. Como dice Salvador Illa: “Delante de la extrema derecha, la extrema esperanza, las políticas de diálogo y de construir conjuntamente”. Para parar a la extrema derecha y sus discursos de odio hay que trabajar y esforzarse cada día en fortalecer el Estado del Bienestar, apostar por las políticas sociales y favorecer la creación de empleo de calidad como hace el gobierno de Pedro Sánchez. En España se les paró y ahora varios países en Europa continúan por este mismo camino.