Se ha puesto el sol en el último día del primer mes del nuevo año. Empieza febrero y aquí seguimos. Juntos. En España. Nos seguimos durmiendo y despertando a la misma hora que el mes pasado. Los comercios siguen abiertos. Y los bares. Trenes que llegan y salen. Y ahora gratis. Los niños y las niñas al cole. La liga de fútbol sigue su curso. Pegados al móvil esperando que algo pase. Que algo nos pase. Periódicos y digitales con sus titulares y sus columnas. Tertulias a todas horas en teles y radios.

La política se ha convertido en una serie de Netflix. O, mejor dicho, la han convertido. Demasiadas horas de información y opinión. Y han de ser rentables. Se necesitan tramas continuas para retener la atención de millones de espectadores. Que son (somos) también votantes. Democracia emocional. Apelación constante a las vísceras. España se rompe. La democracia se acaba. Todos los días. Manipulación cardiovascular. Cansinos. Por no decir otra cosa. Se equivocan, la gente es más lista que todo eso. Lo verán en diciembre.

Porque España funciona. Mal que les pese. Los jubilados han ido a su Caja. A su banco, que Cajas ya no hay. Todos cobran más. El que menos 40 euros más. Algunos hasta 200 euros más. Para el desastre económico que nos cuenta Antena 3 no está mal. Igual desastre no hay. España funciona. Parece que mejor que antes y mejor que el resto de Europa. Crecemos más. Hay más empleo que antes. Y más gente fija. Eso es bueno. El que no es bueno es Feijóo. No sirve. Y los suyos lo saben.

Avanza el nuevo año. La democracia no se ha acabado. Es robusta. Sus instituciones siguen funcionando. Con normalidad. Todas. Excepto el Consejo General del Poder Judicial que sigue enfermo. Es curioso. Y paradójico. La única institución que no funciona la ha contagiado la derecha. Y otro día hablaremos del Ayuntamiento de Marbella, institución también enferma. Lo gobierna el Partido Popular, como no. Pero otro día. Que da para columna completa.

España no se rompe, sigue unida. Con su diversidad y sus problemas, pero unida. Las grietas que le salen a una nación de quinientos años de historia se acaban soldando. Hay pilares sólidos para ello. Y voluntad política trabajada. De la izquierda eso sí. La derecha arde. Pasa siempre que no gobierna. Y cuando gobierna quien arde es España. Es también curioso. E igualmente paradójico.

Gobernar es elegir. Priorizar y tener un plan. Todo a la vez. Transición energética. Digitalización. Liderar Europa. Amparar a los vulnerables. Generar oportunidades y derechos. Convivir. Avanzar. Con pandemia, guerra, volcanes y temporales. Y seguimos avanzando. ¿Problemas? Muchos. Aquí y allá. Pero mejor a la izquierda para solucionarlos. Receta socialdemócrata. La otra ya la conocemos, ya la conocimos. Mejor avanzar, eso sí, con memoria, con deseo y sin vísceras.